miércoles, 5 de marzo de 2008

LA REALIDAD Y LA LEY


Javier Rosado, el asesino del juego de rol, el estudiante que el 30 de mayo de 1994 asesinó a Carlos Moreno, un hombre que esperaba el autobús a las cinco de la madrugada, después de salir de trabajar, en el barrio de Manoteras (Madrid), ajeno por completo a la desgracia que se le avecinaba, de 19 puñaladas, para cumplir las reglas de un juego de rol, ha solicitado ya su libertad.
Y la ley le favorece, ha cumplido ya 13 años de la condena de 42 años que le impuso la Audiencia de Madrid por el asesinato de Carlos Moreno.
Sin embargo, Rosado, inteligente y brillante, que ha sido capaz de terminar durante estos años tres carreras universitarias y nunca se ha mostrado violento en la cárcel, carece por completo de remordimientos por lo que hizo.
El problema es que el asesinato no fue producto de un acto inconsciente o un momento de ofuscación mental, sino algo meditado y que para él, aún hoy, no tiene importancia. Porque Rosado carece de empatía y de sentimientos, su inteligencia no es emocional, puede llegar a saber lo que otro piensa, pero nunca lo que siente. El dolor de los otros, le resulta incomprensible.
En la cárcel ha dado clases de matemáticas a otros reclusos, ha estudiado y mostrado un buen comportamiento pero es una persona manipuladora, fría, inteligente, que distingue perfectamente el bien del mal, un psicópata que no tiene cura y que acaba de obtener el tercer grado penitenciario. Eso significa que podrá salir los fines de semana de la prisión de Soto del Real, donde está internado.
Su inteligencia le llevó a inventar el juego que acabó en tragedia. Ahora saldrá y los primeros días se sentirá observado, procurará que su comportamiento no despierte sospechas pero es muy probable que vuelva a matar y que esta vez lo haga de manera que no sea descubierto. Porque la Ley dice que puede salir pero la realidad es que un psicópata siempre lo volverá a intentar.

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