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¿Cuando se despierta la tierra de su letargo invernal? No tiene que ver con el almanaque ni una fecha precisa, sucede de improviso, cuando aún piensas que hace frío, de repente observas las cabecitas coloreadas de las prímulas asomando curiosas entre sus hojas verdes, los cyclámenes erguidos y elegantes sobre sus hojas jaspeadas, las azaleas con sus hojitas nuevas, las orgullosas petunias multicolores, el arriate que las violetas tiñen ya de cuaresma, los tímidos ranúnculos, los narcisos amarillos entreabiertos, las preciosas gazanias apuntando ya hacia el cielo sus capullos, los iris que crecen como ágiles mariposas.
Y las cigüeñas, las ves volar del campanario a las azoteas, fuertes, con sus grandes alas extendidas al máximo y sus patitas con la gracia de una bailarina. En ocasiones se posan y se pasean mirando de manera displicente a la perrilla que las observa temerosa, sin ánimos para ladrarle a un bicho más alto que ella. Pero sus paseos acaban en cuanto aparecen las gatas y un revoloteo de plumas anuncian al aire que ellas no se asustan tan fácilmente y sus saltos sobre el muro alertan de que van en serio sus amenazas.
El muro es la pasión de las gatas, les gusta desperezarse bajo este sol aún demasiado templado para su gusto, entrecerrar los ojos y fingir que dormitan aunque todos sabemos que es mentira y el leve paso de una lagartija las hace saltar como un resorte con su instinto cazador alerta.
Otras veces hacen su siesta bajo la sombra del limonero, con el hocico hundido entre violetas, y se acomodan entrelazando sus cuerpos como una S muy cerrada. La perra no se atreve a alterar su sueño. Se sienta a una distancia prudente a esperar su despertar. Pero el limonero y los naranjos tienen fiesta en sus copas, muchos pajarillos pían y juegan entre sus hojas, quizás es por eso que las gatas se hacen las dormidas junto al tronco, también los pájaros sienten ya que la tierra está despertando, que los días son más largos y los atardeceres más rosados.
Las noches son claras y límpidas, iluminadas por una luna tan clara que parece una luz encendida sobre las plantas, las gatas remolonean y no quieren entrar en casa, las llama ya la vida hacia fuera, les gusta sentarse pensativas mirando el infinito, con los oídos abiertos a todos los ruidos de la noche...es que la tierra está despertando a una nueva primavera.
