Un poco huérfanos todos por la muerte de Vicente Ferrer, sobrecogidos por el asesinato del inspector de policía Eduardo Puelles en un atentado de ETA, nos acercamos pasito a paso al verano que entrará mañana, aunque llevemos ya varias jornadas sufriendo unas temperaturas más propias de agosto que de primavera.
Sigue el culebrón del CNI y la gestión de su director, Alberto Saiz (el protegido de Fernández de la Vega), que ha ido contratando a familiares y amigos y ocultando al mismo tiempo al Gobierno las dimisiones de directivos, la cúpula antiterrorista, poco conformes con su gestión; por ejemplo, gastar 350.000€ en reformar su casa, y otro pico en arreglar la piscina y barbacoa, utilizando a funcionarios de Inteligencia, o poner a funcionarios a limpiar su piscina o a vender patatas de la cosecha de un pariente gallego. También pinchaba teléfonos para solucionar problemas personales de amigos, en fin otro que confunde España con su cortijo personal. Y Carme Chacón que se entera de todo por la prensa.
Menudo veranito nos espera, y en otoño nos encontraremos de frente con los cinco millones de parados, los precios más altos y los impuestos desorbitados, al tiempo.
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