domingo, 19 de agosto de 2012

DE VERGÜENZA


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DE VERGÜENZA

Es vergonzoso que envíen a casita a cuidarse al convicto Bolinaga cuando todos los días mueren en cárceles españolas presos, enfermos terminales, de los que nadie ha tenido piedad y que probablemente son mucho menos culpables que ese etarra.

Entre 2005 y 2010, según informes de Interior, fallecieron en las cárceles españolas 799 presos con dolencias similares a la de Bolinaga. De media, unos 130 reclusos fallecen al año en la cárcel por diversas dolencias.

Los partidos políticos nos están tomando el pelo como de costumbre y siguiendo la hoja de ruta que deben tener firmada con ETA, de lo contrario no se explica nadie tamaño desprecio a las víctimas.

Hay que recordar que Bolinaga no tuvo piedad de Ortega Lara, el funcionario que mantuvo secuestrado 532 días en un miserable zulo de 2,4 metros de largo por 1,7 de ancho, con una máquina que no dejaba de zumbar y le destrozaba los nervios, y del que no pudo salir hasta que fue liberado por la policía, ¿pueden ustedes imaginar el calvario que padeció este hombre? Cuando salió del zulo había perdido 23 kilos, masa muscular y densidad ósea, era una sombra que trataba de caminar, desnutrido, demacrado y muerto de miedo, tanto que confundió a los policías con etarras y les pidió que le mataran de una vez. 

¿Y tenemos que tener piedad de Jesús María Uribecheverría Bolinaga, que jamás se ha arrepentido de sus azañas?

Aquél zulo estaba especialmente diseñado para que no lo encontraran aunque los etarras fueran apresados; para acceder a él era necesario utilizar un ascensor hidráulico que elevaba una máquina pesada, pero el interruptor estaba camuflado de tal modo que los policías no lograron encontrarlo y debieron izar a pulso, entre 60 hombres, el torno para acceder al infecto agujero. Ortega Lara tenía 38 años pero parecía una víctima de Auschwitz. Aquellas malas bestias etarras lo había destrozado.

 Bolinaga no solamente secuestró a Ortega Lara, también secuestró al industrial Julio Iglesias Zamora. Y él, que ha sido inhumano con los que secuestró, pide ahora piedad a la sociedad y, lo que es peor, el Gobierno le concede el tercer grado. Y las víctimas no importan a los políticos, son un estorbo para sus componendas.

Es de vergüenza.

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