viernes, 28 de septiembre de 2012

¿A QUÉ LLAMAMOS AUSTERIDAD?


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¿A QUÉ LLAMAMOS AUSTERIDAD?

Ayer hizo público el Gobierno el Presupuesto General para 2013, y aunque baja el gasto en los diferentes ministerios un 8%, sube el gasto Central en un 9% y lo que es peor, aparecen en el horizonte nuevos impuestos.

Van a dar una ayuda de 1.000 euros (y otros 1.000 euros el fabricante) para la compra de coches "eficientes", a cambio de entregar otro de más de doce años, es decir que no todo el mundo tendrá acceso a esos 2.000 euros.

Subirán un 1% las pensiones, pero hasta noviembre no dirán si habrá dinero para actualizarlas según el coste de la vida.

Prorrogan el Impuesto sobre el Patrimonio, se elimina el impuesto por amortización a las grandes empresas, se inventa un nuevo impuesto por la actualización de balances de las empresas, se modifica el régimen de tributación de las plusvalías en el primer año. Y justifican la subida en el Impuesto de Sociedades en que la recaudación ha bajado un 30%, claro, como que muchas empresas están cerrando, y por ese camino de subirles los impuestos cerrarán muchas más.

También se elimina en el IRPF la deducción por compra de vivienda habitual, que es lo que le faltaba a la construcción que ya venía vendiendo poco.

Y se crea un nuevo impuesto para gravar los premios de Loterías y la ONCE, hasta ahora exentos, nada menos que pagaran el 20% todos los premios que superen los 2.500 euros. Ya ni lotería de Navidad vamos a querer comprar.

Porque todo esto estaría muy bien si no faltara lo principal. Y lo principal, por si alguien no lo sabe, es suprimir gastos superfluos en políticos y sindicalistas, a los que todo se les vuelve subvenciones, dietas y prebendas; e igualmente habría que hacer verdad eso de que los españoles son todos iguales ante la ley, es decir, nada de condiciones económicas especiales a País Vasco, Navarra y Cataluña, porque los españoles estamos como abejas obreras trabajando hasta la extenuación para alimentar zánganos y nos estamos cansando de que nos expriman de tal modo.

Y el día que el pueblo se canse de sostener a tanto paniaguado, a tanto inútil que se enriquece a costa de nuestro esfuerzo, ese día se va a juntar el cielo con la tierra y les va a faltar espacio para huir. No conviene ni es prudente forzar demasiado las cadenas porque el animal dormido puede despertarse y el día que se despierte su ira no tendrá fin.

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