sábado, 28 de marzo de 2009

EL DETECTIVE EN EL SUPERMERCADO

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Editorial Temas de Hoy

He aquí un libro traducido a 24 idiomas y con medio millón de ejemplares vendidos. Su éxito se debe a algo muy simple: recomienda comer comida.

Pero para que sea necesario recomendarnos esto es necesario que nos hayamos alejado de la verdadera comida. Por eso podríamos resumir el libro con la frase "no coma nada que su bisabuela no reconocería como comida", es decir, adiós a las barritas de muesli, los ácidos Omega3 y otras gaitas. El libro va dirigido a mostrarnos los peligros de una dieta basada en las premisas de la ciencia y los fabricantes de alimentos.

Actualmente nuestra dieta está basada en productos alimentarios, no alimentos, que nos han convertido en más gordos y menos sanos.
La comida parece haber desaparecido de las estanterías de las grandes superficies y en su lugar hay otras cosas que parecen cumplir esa función pero que no son tan sabrosas ni tan saludables como las de antes.

La responsabilidad de la comida que antes estaba en manos de las madres de familia, se halla ahora en las de los fabricantes de alimentos, en los científicos y gobiernos, que deciden por nosotros.

La margarina, por ejemplo, nació en el siglo XIX como sucedáneo de la mantequilla, pero a partir de los años 50 y gracias al esfuerzo de la industria nos convencieron de que era mucho mejor que la mantequilla, porque le quitaban los ingredientes "malos" (colesterol y grasas saturadas) y le añadían los "buenos" (grasas poliinsaturadas y vitaminas). Sin embargo, actualmente y a pesar de todas sus "bondades" la comunidad científica ha aceptado que "su ingrediente principal podría ser causa de infartos y cáncer".

Nuestra dieta actual se basa en la sustitución de alimentos enteros por productos alimenticios procesados en los que lo más valorado es la cantidad y la durabilidad, por encima de la calidad. Y cita el caso de una investigadora, Kerin O'Dea que en 1982 llevó a cabo un estudio con aborígenes australianos que vivían alejados de sus costumbres y tenían sobrepeso y diabetes.
Durante el experimento sólo se les permitió comer algo que hubieran cazado, pescado o recolectado con sus propias manos. Al término del estudio que duró siete semanas, los aborígenes habían adelgazado, tenían la tensión más baja y los niveles de azúcar eran normales.

Esto nos debería llevar a pensar en qué estamos comiendo y si los nutrientes que tanto nos anuncian son realmente tan importantes.

El autor del libro muestra verdadera aversión especialmente al jarabe de maíz rico en fructosa. Y nada de comprar, aconseja, los que anuncien con "propiedades saludables". Mucha verdura, en temporada, y cultivada en tierras sanas, porque un tomate no necesita de ningún prospecto que nos informe de sus propiedades. Huir pues de la comida "empaquetada", con fórmulas complicadas y supuestamente beneficiosas para nuestra salud, no sólo es puro camelo sino que pueden resultar perjudiciales para nuestra salud.

Huyamos de la publicidad y volvamos al pescado fresco, al filete y las verduras frescas.

2 comentarios:

Lídia dijo...

no conocía lo de la margarina, y yo pensando que hacía mejor comprandola que no la mantequilla....me parece muy interesante el libro, realmente a veces comemos cosas sin darnos cuenta que son dañinas para nosotros.
Por suerte, en casa, comemos poca comida precocinada, pero todo y así, seguro que hay cosas que no hago bien

un beso

Ishtar dijo...

La verdad es que cada día es más difícil defenderse de los cantos de sirena del mercado, desde todas partes nos envuelven anunciando alimentos supuestamente mejorados que en realidad lo único que son es más caros, pero no mejores, a veces incluso, pueden ser perjudiciales. Un abrazo.