lunes, 9 de marzo de 2009
LA CASITA DE CHOCOLATE EN LA CRISIS
Las grandes superficies despliegan todos sus trucos para afrontar la crisis. Como modernas casitas de chocolate, presentan sus productos en todo su esplendor y con todo tipo de ofertas gancho, como la bruja del cuento a base de exprimir a los consumidores hacen ellos su negocio. Y estos deben aprender a defenderse de estar argucias comerciales.
Nos ofrecen un mundo en miniatura, repleto de tiendas, cafeterías y restaurantes, un mundo lleno de tretas, chucherías y tentáculos para atraparnos.
En primer lugar a la hora de elegir donde situarse, buscan premeditadamente un lugar fuera de la población pero no sólo para obtener así terrenos más baratos (que también) sino para asegurarse que los que acudan son al menos de clase media, puesto que el primer requisito es poseer un automóvil y por lo tanto un poder adquisitivo suficiente para llegar y comprar, además esto influye en "cargar" más de lo que se necesita ya que el cliente piensa "ya que he venido hasta aquí" y compra bajo esta frase mucho más de lo que pensaba.
A la entrada se sitúan las tiendas menos productivas, porque está estudiado que en esos momentos en que acaba de entrar no se haya el cliente preparado para tomar decisiones, antes tiene que acostumbrarse al medio. Pero rapidamente, la música, la limpieza, el orden, le invitan a fijarse en los productos.
La música, la seguridad, todo incita a que poco a poco el cliente se adapte y se encuentre en un ambiente agradable, caluroso en invierno y fresco en verano, una especie de oasis de paz que contrasta con las prisas de la ciudad, unos escaparates que llaman nuestra atención con sus luces, unas tiendas sin puertas que parecen una continuación del pasillo.
En el supermercado, los artículos de mayor uso, como la leche, el pan, el azúcar, la harina, están al fondo, lejos de la entrada para obligar al cliente a atravesar toda la tienda y, por lo tanto, a ver más productos y descubrir algo que se le antoje o había olvidado. Naturalmente, el delicioso olor del pan caliente o el de unos bollos recién horneados, inundando la tienda, también influyen en la compra. Y los carros, el hecho de que los carros sean tan grandes, psicológicamente hace que tendamos a comprar más de lo que en principio teníamos pensado.
Las marcas más caras resultan estar siempre situada a la altura de nuestros ojos, las ofertas o marcas baratas en cambio, o muy altas o muy bajas. Las grandes superficies están especialmente diseñadas para que te tengas que parar, así es mucho más fácil que metas más cosas en el carro. También los productos habituales están en medio de las góndolas de venta y los más caros y lujosos al principio y al final de ellas, así deberás pasar dos veces por delante de ellos, al ir y al volver.
También la nueva picaresca de productos en cestas, especialmente desordenados para que parezcan de saldo. La mejor manera que puede tener el consumidor para combatir estos trucos es ir directamente al fondo de la tienda y comprar sólo lo que lleva apuntado en una lista, si se le antoja algo por el camino, no debe cogerlo sino pensar que puede meditar sobre si necesita ese producto realmente mientras compra el resto de cosas y volver por él más tarde, antes de ir a caja. Probablemente se irá sin él y eso que saldrá ganando su bolsillo.
Tampoco es casual que junto a la caja se encuentren siempre las chocolatinas, caramelos, los chicles, patatas fritas, pilas, son siempre objetos que se compran por impulso. Como hay que hacer cola, nuestros ojos no pueden menos que pasearse por estos productos durante varios minutos, con el consiguiente antojo. Luego viene lo mejor, al pagar con tarjeta perdemos de vista completamente el valor del dinero, es como si todo lo comprado no nos costara nada de tan fácil como resulta.
Así como los comerciantes ponen en marcha sus mejores trucos para combatir la crisis, los ciudadanos deben hacer lo mismo y preocuparse de comprar exclusivamente aquello que necesiten.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
tienes razón ya había leido un artículo donde hablaban precisamente de las técnicas de venta que utilizan los hipers.......yo por suerte no tengo problema, siempre voy con la lista de la compra, y compro sólo lo que tengo anotado, además no me gusta ir a comprar, me agobia la gente, los carros...por esot entre antes pueda salir de allí mejor jajajajaja.
Si que es cierto que si hay algo de oferta que vale la pena y yo lo consumo, quizá en vez de 2 compro 3....el 3x2 famoso
un beso
Un buen analisis.
Este fín de semana en uno de esos lúgares me hacía yo preguntas sobre el mismo tema y sobre la insatisfacción de los que quieren y no pueden.
Siempre caemos en la trampa.
Hola, Lidia, muy sensato lo de llevar una lista, también habría que pensar en la rotación, es decir, aunque sea algo que consumamos, si el producto nos va a durar hasta agosto, ese 3 x 2, en mi opinión deja de compensar, sólo compensaría en algo de mucho uso. Besos.
En realidad todo el negocio de los comerciantes gira alrededor de eso, hacernos caer en las tentaciones, K, de ahí esa pregunta constante "¿qué otra cosita le ponemos?", del empleado. De ahí que la gente entre por una cosa en el CI y salga con 12 que probablemente no necesitaba.
Publicar un comentario