lunes, 8 de julio de 2013
CASO BRETÓN
CASO BRETÓN
Hemos asistido durante muchos días a las diferentes comparecencias de testigos en el juicio contra José Bretón, hoy han resumido sus opiniones y pedido cuarenta años de cárcel tanto la Fiscalía como la acusación. El abogado de Bretón ha intentado hacer ver al jurado lo blanco, negro, para salvarle de esa condena, pero crudo lo tiene porque basta haberle oído en su exposición final para estar seguros de que hasta él mismo le cree culpable. De ahí los numerosos errores y rectificaciones que se ha visto obligado a hacer, y eso que estaba leyendo, su subconsciente le delata, en un intento a la desesperada ha dicho que tal vez le dio los niños a alguien por el camino, pero no los mató.
Y Bretón, en su alegato final, ha sido fiel a sí mismo y se atiene a su versión. Este hombre, del que hemos podido ver que no siente remordimientos, que manipula a los demás como objetos para conseguir sus objetivos, que ni siquiera se ruborizó cuando pudieron escucharse en la sala sus conversaciones telefónicas, primero con su mujer, haciéndose el santo, y un minuto después, sin transición alguna, chicoleando con una antigua novia y tratando de quedar con ella, con sus hijos presuntamente desaparecidos, es un egocéntrico, con personalidad divergente y antisocial, pero atención, esto no le hace inimputable, él saber perfectamente lo que hace.
Cualquier padre que pierda sus hijos estaría sumido en el más profundo dolor, no intentando ligar.
Sus expresiones faciales han sido nulas durante todo el juicio, como si no fuera con él la cosa, sólo en algún momento se le ha escapado de control un gesto que define su realidad.
Ha quedado demostrado su carácter obsesivo, su incapacidad para empatizar con los demás. Salvo con el padre, al que trató en vano de reclamar atención cuando entró y también cuando salió de la sala, pero se vio claro que el padre lo desprecia, y salió sin mirarlo en ningún momento.
Se han publicado algunas conversaciones telefónicas con sus parientes, conversaciones que el juez no ha aceptado para el juicio porque las ha considerado privadas, pero una vez que lees algo, leído está y es difícil de olvidar; por ejemplo, una conversación con su hermana Catalina, en la que ésta dice " por qué no la mataste a ella y no a los niños" La hermana no ha declarado en el juicio, pero esa conversación no sólo deja claro que Bretón mató a sus hijos, sino que a ella no le hubiera importado que matara a su cuñada, hay expresiones que nunca se deberían pronunciar, pero ésta se pronunció y ha sido publicada, desgraciadamente para ella. Y esta mujer tiene hijos, y quizás hasta los quiera, pero se ha visto claro también en el juicio el miedo a toda la familia que tiene su marido.
También hemos podido asistir con asombro a la tremenda falta de respeto con la que el abogado defensor y la perito, a la que han tratado de defender desde el Sindicato Unificado de Policía (SUP), se referían a los huesos de los niños, llegando a decir que "los huesos se fueron de copas". A la perito, Josefina Lamas, no le basta, al parecer, con haber cometido un error tan garrafal y que nos ha costado tanto dinero a todos los españoles y tantas lágrimas a esa madre, no, aún quiere seguir soltando insidias, llevada por su ánimo de venganza hacia quiénes le han hecho ver su tremendo error. El abogado defensor además, ha hecho dos manifestaciones espeluznantes, una de ellas, que si Ruth hubiera contestado a las llamadas de Bretón aquél fatídico día, nada hubiera sucedido, es decir, que da por supuesto que sí sucedieron los hechos de que se acusa a su defendido y que ambos, defensor y acusado, niegan. Y otra, que se les ha dado por parte de la policía y el juez "el cambiazo" a los huesos, como si la policía tuviera huesos de cualquier edad y tamaño para usarlos a voluntad con la intención de acusar a inocentes, este abogado ha perdido el oremus y pretende enredar al jurado con sus artimañas y martingalas.
Serafín Castro, jefe de la investigación, ha dicho muy claramente que Josefina no quiso rectificar, a pesar de las oportunidades que le dieron, estaba segura que los huesos eran de animales, "¡a mí qué me vas a decir!", parece que les decía. Pertinaz en el error, llegó a afirmar que demostraría que los huesos eran de animales hasta que se ha visto obligada a comerse sus propias palabras cuando forenses de prestigio han tenido oportunidad de ver los huesos y le han hecho ver su terrible equivocación, ahora trata de culpar a otros, a las prisas, a la presión del momento, a cualquiera menos a ella misma y su ignorancia, cuando la realidad es que no tenía la menor idea de lo que decía y el cargo le venía grande para sus aptitudes.
Ahora el jurado deberá deliberar, pero a lo largo del juicio hemos visto claramente que la hoguera estaba preparada incluso para la madre, si hubiese sido tan ingenua de acudir. El antropólogo forense Francisco Etxeberría ha podido explicarnos incluso la posición del cuerpo de la niña durante el crematorio. Ha quedado comprobado que Bretón tenía en su poder gran cantidad de gasóleo que había ido comprando y acumulando. También ha quedado probado que consiguió que un psiquiatra le recetase Orfidal y Motivan, que compró en una farmacia y que no ha sabido explicar qué hizo con estos medicamentos.
También está comprobado que en su camino hacia Las Quemadillas hizo una parada, tal vez para darle esas pastillas a los niños, quizás trituradas y mezcladas con algún refresco. No sabemos si los niños estaban ya muertos cuando fueron depositados en la hoguera que sería su destino final, pero la alternativa, que en esos momentos continuaran vivos, sería aún más terrible.
El jurado deberá decidir si Bretón es o no culpable, aunque todos, en lo profundo de nuestro corazón, conocemos ya la respuesta.
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