martes, 29 de mayo de 2007

EL POETA DE LA PERFECCION IMPOSIBLE

Un 29 de mayo de 1958, moría Juan Ramón Jimenez, de soledad y de amor. Había nacido el 23 de diciembre de 1881, en Moguer (Huelva) de una familia que comerciaba en vinos. Pero él, salió poeta y miraba con ojos diferentes las flores, los pájaros, e incluso veía un burrito y lo soñaba casi de algodón y lo llamaba Platero. Era extraordinariamente perfeccionista, siempre estaba reescribiendo antiguos poemas, tratando de mejorarlos. Tenía un carácter muy peculiar, no era de trato fácil, pero tuvo la inmensa suerte de conocer a Zenobia Camprubí de Aymar cuando se exilió en América a causa de la Guerra Civíl española, con ella logró sobrevivir a sus depresiones y a su pésimo carácter, ella tenía con él una paciencia infinita. Por eso, cuando enfermó de cáncer de mama, Juan Ramón enfermó también, de amor. Zenobia falleció en 1956, año en que le concedieron a Juan Ramón el Premio Nobel de Literatura. No lo pudo recoger personalmente, le dolía el alma demasiado. Falleció dos años después, enfermo de amor y melancolía.
De sus obras, El Dios deseado y deseante, es de las más herméticas, pero también más filosófica y más intimista, en el sentido de sus pensamientos últimos, recónditos, es toda ella como un larguísimo poema dentro de Animal de Fondo y de algún modo, cierra el círculo de su vida volviendo a ser el dios de la infancia primera, puesto que nació un 23 de diciembre.

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