miércoles, 27 de junio de 2007

LOS DISTINTIVOS

De nuevo se les hace llegar de madrugada, como con verguenza, a los muertos militares. Y se les pone distintivo amarillo, como si hubiesen muerto al caerse de una ventana del cuartel en vez de rojo, que se otorga por muerte en acción de guerra. La paz como obsesión, tanta obsesión que hace enmudecer 48 horas a un Presidente de Gobierno que no sabe qué decir en estos casos, que no sirve para la empatía y el consuelo a los familiares, que no sabe lidiar el toro de la muerte cuando vienen mal dadas. Que no sabe explicar a los ciudadanos que tenemos la obligación de asumir responsabilidades que implican riesgos y una de ellas es esta de estar en el Líbano para intentar que este pais no estalle más de lo que ya lo está, para que el conflicto no se extienda y los terroristas campen por donde quieran.
Bien en cambio por el ministro, que ha estado en cada momento donde debía estar y mal por sus asesores que no debían permitir que asistiera a un funeral con una camisa a rayas como si estuviera visitando las bases. Las formas son importantes en estos casos porque implican un respeto a las familias y a su dolor.

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