miércoles, 6 de junio de 2007

EL HOMBRE TRANQUILO

Es un hombre tranquilo, de trato agradable, licenciado en Dirección de Empresas por Deusto. Con solamente 36 años lo tiene ya casi todo, ha llegado a la cúspide de su carrera en muy poco tiempo. Actualmente trabaja en Londres en una aseguradora suiza, su expediente es impecable, buen compañero, hombre inteligente, cordial, acaba de ser ascendido para formar parte de la Junta Directiva de la empresa. Vive en un apartamento en la ribera del Támesis, bien decorado, amplio y lujoso. Esta casado y su vida parece bien encauzada y feliz. Su esposa también tiene un puesto de relevancia en la empresa en la que trabaja.
Y de improviso, el pasado domingo, por la mañana muy temprano, coge a su hija de dos años, que tal vez lloraba o acababa de despertarse, y la golpea brutalmente, destrozándole el cráneo contra el suelo y produciendole daños y hemorragias irreversibles que le han provocado la muerte.
Los compañeros de trabajo le han definido como un hombre "tranquilo y afable", amante del deporte y "capaz de soportar" las enormes presiones del cargo que ocupa en la empresa.
El estrés al que se ven sometidos muchos ejecutivos en su afán de llegar a la cumbre de su carrera, perturba su equilibrio emocional y, posiblemente, les empuje a reacciones imprevisibles y violentas como medidas genéticas del organismo a esas subidas hormonales. Se sienten inseguros, pueden perder en un momento el nivel alcanzado, siempre hay otros deseosos de ocupar su puesto, no pueden descansar nunca del todo, las exigencias del trabajo son en muchas ocasiones superiores a sus capacidades o recursos y se hallan constantemente divididos entre varios intereses.
El estrés en el trabajo puede conducir a una enfermedad física porque produce alteraciones cerebrales, sobre todo si ese estrés es continuado en el tiempo.
Que este hombre tranquilo trabajara en una Compañía de Seguros y fuera el responsable de Seguros de Vida y Salud, es una ironía más de la sociedad en que vivimos, en el que el trabajo diario y la lucha por la supervivencia ha dejado de ser una tarea agradable para convertirse en una condena bíblica. Reflexionemos sobre el tipo de vida que deseamos llevar nosotros y la que deseamos también para nuestra familia. Y cuando la presión nos resulte excesiva, pidamos ayuda psicológica antes de que sea demasiado tarde.

No hay comentarios: