domingo, 17 de junio de 2007

LOS ORIGENES DEL CASTELLANO

En la Sierra de la Demanda se encuentra San Millán, estamos en la Rioja mística, no en la vinícola. Si tomamos la carreterita que lleva a Berceo y a San Millán, tropezaremos con el recuerdo de otro riojano medieval, Domingo, el de Silos, que nació muy cerca de aquí, en Cañas, pueblecito que posee un Monasterio del Cister, Santa María de Cañas, que merece la pena visitar, allí destaca la tumba de la Abadesa, doña Urraca Lopez de Haro. En Berceo, nos acompaña el recuerdo de Gonzalo, el célebre poeta.
En San Millán nació la lengua que se anunciaba ya en los márgenes de un pergamino, allá por el año 977, en el que un monje escribió unas cuarenta palabras en una nueva habla que, no siendo ya latín, ni romance, generaría un nuevo idioma: el castellano. Estas pocas palabras fueron descubiertas por don Manuel Dómez Moreno cuando estudiaba un viejo códice del monasterio riojano.
El Monasterio donde vivió san Millán que era nacido en Berceo en el año 473, de oficio primero pastor, antes de ser monje, con sus cuevas, apenas líneas en las rocas con el espacio justo para orar y dormir, donde después los monjes eran enterrados, todas mirando a oriente pero de formas diferentes cada una, sus columnas protorrománicas, sus arcos mozárabes, es impresionante. Allí están las tumbas de los siete Infantes de Lara. El paisaje es magnífico y solitario, nevado en invierno, sobrecoge pensar en esos monjes orando en sus cuevas, sin calor, sin abrigo, sin apenas comida. Allí está la cuna de la lengua que hoy hablamos, merece la pena conocerla.

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