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El Gastrobar ha comenzado a hacer furor a pesar dela crisis. Se trata de hacer de la tapa de toda la vida una delicadeza gastronómica.
En el verdadero Gastrobar se cocina en el momento, nada de cosas ya preparadas, todo al instante y a petición del cliente, aunque lo consuma en la barra. Vamos, como los pavías de toda la vida, por poner un ejemplo.
En el reciente Congreso de Madrid-Fusión una de las ponencias más comentadas fue precisamente la de los gastrobares, bares regentados por grandes cocineros que quieren llevar la gran cocina a la tapa a precios económicos. Económicos con respecto a los grandes restaurantes, se entiende, porque la media puede estar entre los 25 y los 30 euros.
Un ejemplo puede ser La Moraga, el local que inauguró Dani García a mediados de 2008 en Málaga, sus tarritos de foie con membrillo, su lasaña de boquerones, hacen furor.
En Ronda está Tragatapas, que sirve lo mismo unos huevos fritos con chistorra que una sardina a la sal que llega al mostrador en su féretro salino, o un cerdo con soja y wasabi.
En Barcelona, tenemos el del hermano de Ferran Adriá, Albert, que ha convertido un bar de barrio, de esos de azulejos, pizarra y grifos de cerveza, en templo gastronomico donde sirve de tapa bocadillos de sardinas o boquerones al limón.
En Madrid, el que abrió Paco Roncero sirve espaldita de cordero con puré de limón o bacalao con sopa de aceite de oliva.
Apúntense a la nueva moda y visiten o abran un Gastrobar, o mejor aún y más económico, comiencen a servir a sus amigos en las reuniones semanales, en vez de comida formal, unas gastro-tapas deliciosas. Será un éxito seguro.
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