Ya no se sabe qué sorprende más, si el hecho de que José Bono, Presidente del Congreso, tenga tantas propiedades, como por ejemplo este pisito de 160 metros cuadrados en el barrio de los Austrias (en esa zona de Madrid el precio del metro cuadrado supera los 6.000 euros), cuyos anteriores dueños pusieron a la venta por 1,8 millones de euros y que Bono ha comprado para un hijo de 20 años, el mismo hijo para el que ya creó la Hípica Almenara, y encima le está haciendo obras (al piso, no al hijo), o de que puedan pedirse esos precios por un piso en un edificio cuyo aspecto exterior no pasa de mediocre.
Como hay poderío, publica la prensa que se ha traído obreros de Albacete y los aloja en un hotel de Rafael Santamaría, Presidente de Reyal Urbis, el hotel Pirámides, un hotel cuyo precio de habitación, desayuno y cena no baja de los 127 euros diarios. Aparte, parece que les paga el almuerzo en un restaurante cercano al piso. Todo sea por la Obra.
Parece que los vecinos se quejan de tanto guardaespaldas y tanta radio frecuencia cuando una vez por semana se presenta papá Bono en coche oficial a supervisar las obras, y no me extraña, porque tanta gente no puede caber ni en el ascensor ni por las escaleras.
Acabaremos pensando que es muy productivo ser Presidente de alguna autonomía, no hay más que ver que bien se lo montan todos, cuantas propiedades llegan a poseer entre ellos mismos y sus familiares y, curiosamente, qué poco dinero pagan en impuestos. Pues eso, de mayores, todos Presidentes.
Y por cierto, la furgoneta en la que se desplaza la cuadrilla disfruta de aparcamiento en la zona reservada a la Nunciatura por especial concesión de la Basílica de San Miguel; curiosamente, es a la Basílica y al Palacio Arzobispal donde dan los balcones del humilde piso, la Basílica y el dueño anterior del piso coinciden en ser del OPUS. Lo dicho, todo sea por la Obra de Dios.
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