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LA HONESTIDAD PROFESIONAL
Nos cuenta Plutarco en su obra "Vidas paralelas" la historia de un patricio romano, Publio Clodio Pulcro, dueño de gran fortuna y dotado con el don de la elocuencia. Este hombre se enamoró de Pompeya, la mujer de Julio César, y aunque no era correspondido, era tal su interés por ella que en una ocasión, durante las fiestas de la "Buena Diosa", celebración exclusiva para mujeres, se disfrazó de tañedor de lira para estar con ella. Fue descubierto, juzgado y condenado por engaño y sacrilegio. Pero como consecuencia de estos hechos, César reprochó a Pompeya, a pesar de estar seguro de que ella no había cometido adulterio, que pudiera parecer sospechosa ante la gente porque ese hombre hubiera entrado en su propia casa, porque la mujer del César no solamente debe ser honesta, sino también parecerlo.
Puede esto aplicarse a la comida que han celebrado en el restaurante Currito, el Ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, el director general de la Policía y la Guardia Civil, Francisco Javier Velázquez, el Presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes Peces, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, el presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, los jueces de instrucción Fernando Grande-Marlaska y Santiago Pedraz y el fiscal Vicente González Mota, todos ellos pertenecientes a ese tribunal.
En términos deontológicos y de ética profesional, no parece conveniente este tipo de ágapes conjuntos, porque no es difícil deducir que hablen de temas profesionales a lo largo de la comida y aunque no haya trascendido aún lo que hablaron, a los ciudadanos este tipo de cosas les da mala espina porque les parecen comprometedoras de la necesaria independencia e imparcialidad judicial y les suena a compadreo puro y duro. Y por si esto fuera poco, dan lugar con su actitud a que los periodistas hagan cábalas sobre si se habló de terrorismo o de otros temas y nada de esto les deja en buen lugar.
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