jueves, 22 de febrero de 2007

LA MUERTE ESPERA EN SHINDAND

Ay estos chicos de internet, tan adorablemente jóvenes, tan tiernamente ignorantes que comentan en los chats sobre las guerras legales y las ilegales, que se atreven a pensar en su afán de comerse el mundo o ponérselo por montera, que alguna guerra, alguna muerte, puede ser legalizada por estas leyes nuestras, como si diéramos permiso a algún Caín para levantar su mano contra Abel. Son tan deliciosamente jóvenes que no saben que Felipe González, cuando era Presidente del Gobierno, envió tropas a la guerra de Afganistán y tantos años después, allá que andamos, cooperando para arreglar tantos desarreglos. Y hasta ahora siempre habíamos visto soldados muertos en las diferentes guerras que inventan los hombres, las mujeres no, las mujeres eran antes madrinas de guerra, eran las que esperaban en casa, al cuidado de los hijos, porque ellas, dadoras de vida, no habían soñado hasta ahora con ser militares. Pero ahora sí, ahora hay jovencitas que sueñan con una carrera militar, sueñan desde su pueblo de musgo verde con tender las alas y volar y ser soldado cooperante y obtener quizás medallas y destinos brillantes, pero los sueños son solamente sueños como tan sabiamente nos advertía Calderón y esos sueños pueden durar solamente unos meses, sobre todo, cuando la muerte te espera, agazapada en Shindand, encrucijada entre el este y el oeste, tan lejos del mullido verde gallego. Descansa en paz.

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