jueves, 4 de diciembre de 2008

CUANDO EL SILENCIO ES CÓMPLICE


Quizás ellos creen que es una demostración de estoicismo, me refiero a los compañeros de cartas que cada tarde jugaban con Ignacio Uría en la cafetería Uranga y que ayer jugaron la partida de tute de cada tarde con otro compañero que sustituyó al asesinado por ETA, pero no es estoicismo sino complicidad con los asesinos cuando se obra como si no pasara nada con dos balas y un muerto sobre la mesa. Nadie se atreve a significarse, dicen, pero el silencio en este caso es indigno, cómplice y cobarde porque por ese silencio de años estamos como estamos y los muertos cada vez son más.
Un pueblo pequeño, donde todos se conocen, como suele pasar en todos los asesinatos de ETA, donde todos saben de qué pie cojea cada cual y una sociedad enferma donde el primo del asesinado se atreve en estos momentos, con el cadáver aún caliente y sin enterrar a decir que él no es partidario del tren de Alta Velocidad que construía el asesinado, es más fácil no ser partidario del tren que no ser partidario de ETA, ya lo ven, porque para lo segundo hacen falta más agallas. Pues ya es hora de dar un puñetazo sobre la mesa y decirle a la sociedad vasca que no mire más al suelo, que no se vuelva de espalda a los cadáveres, que le eche redaños a enfrentarse a los asesinos y no a levantar troncos, porque nadie les sacará las castañas del fuego si la cobardía les hace cómplices de los asesinos.

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