domingo, 25 de enero de 2009

LENGUAJES CRÍPTICOS

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Cuando contemplamos un cuadro, ¿es lo que vemos todo cuanto hay?

Tomemos como ejemplo las pinturas de Sandro Boticelli. Según algunos eruditos en dichas pinturas hay mucho más de lo que parece.
En 1482, Boticelli volvió a Florencia despues de haber pasado unos años pintando para el Papa Sixto IV y comenzó a pintar para Lorenzo de Pierfrancesco, primo segundo de Lorenzo el Magnífico, realizando La Primavera.

El cuadro está pintado con la técnica del temple sobre tabla y representa el emblema mitológico del amor platónico, tema muy apreciado en aquella época por la escuela florentina, desarrollada en torno a los Medicis.

El significado del cuadro nunca ha estado claro para los historiadores y críticos por presentar escenas que parecen inconexas aunque ligadas en clave mitológica; se ven varias figuras en un paisaje verde y frondoso. En la parte izquierda de la composición podemos ver al dios Mercurio, mensajero de los dioses y nexo de unión entre la Tierra y el Cielo, que agita el caduceo para deshacer una especie de velo. Junto a él, las tres Gracias, servidoras de Venus, bailan envueltas en ligeras gasas transparentes. En el centro y como eje de la composición, se encuentra Venus, cuya cabeza presenta una especie de aureola con la vegetación, simbolizando la fuerza creadora de la Naturaleza. Sobre ella podemos ver a Cupido/ Eros a punto de lanzar una de sus flechas a una de las ninfas.
A la derecha podemos observar a la ninfa Cloris perseguida por Céfiro, justo en el momento en que este la toca ella comienza a echar flores por la boca y se transforma en Flora, diosa de la vegetación y las flores, que nos sonríe y parece esparcir a su paso las flores que adornan su vestido.

El historiador de arte E.H. Gombrich, señala que Boticelli fue el primero en pintar cuadros mitológicos de un tamaño que competía con los cuadros religiosos de entonces y atribuye a influencias de Marsilio Ficino, especie de director espiritual de Lorenzo de Pierfrancesco ese tipo de pintura, pues era partidario de "visualizar" sus enseñanzas y dar a la Virtud y a la Humanidad el aspecto físico de lindas muchachas para seducir al espectador. Ve en el cuadro reminiscencias del Juicio de Paris (cuando apareció Venus junto a las Gracias y la Primavera, ver Apuleyo, El Asno de oro) y un relato alegórico del iniciado que camina hacia la plenitud. La misma teoría la aplica a otras obras mitológicas del pintor.
Otros autores creen ver en el cuadro la representación del mundo como una Arcadia feliz donde vivir sin complicaciones

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