viernes, 20 de abril de 2007

PAZ A LOS DE CERCA Y PAZ A LOS DE LEJOS

Con estas palabras bíblicas nos reciben en el Monasterio de San Salvador de Leyre, en Navarra, a unos kilómetros de Pamplona. Es el espacio ideal para curar las heridas del alma, para reflexionar sobre nuestro camino, nuestra vida, para recogerse dentro de sí mismo y encontrar la serenidad perdida. En Leyre, el tiempo se ha detenido desde hace siglos y el silencio solamente es interrumpido por los cantos de los pájaros que aún hoy día acuden a la fuente de San Virila o por los cantos gregorianos de los monjes que asemejan angeles del paraiso envolviéndonos con las alas de sus voces.
La primera noticia histórica que se tiene del Monasterio data del año 844, en un escrito de San Eulogio de Cordoba.
A mediados del siglo IX, ya existía en este mismo emplazamiento el Monasterio de Leyre y era un centro de importante vida espiritual. Además, desde sus comienzos estuvo unido a los Reyes de Navarra.
Hubo un larguísimo pleito sobre si Leyre estaba o no sometido a la autoridad del obispo de Pamplona, resuelto el 4 de mayo de 1100, por el Papa Pascual II, por una Bula en la que sometía a la autoridad del obispo de Pamplona, toda la diócesis, incluidos Leyre e Irache.
El monasterio quedó muy quebrantado tras este larguísimo pleito que duró 30 años.
Benedictinos y Cistercienses se anduvieron disputando con posterioridad el Monasterio, monjes blancos y monjes negros. En 1239, se incorpora a Leyre definitivamente a la orden Cisterciense. En estos duros tiempos, transcurre la famosa leyenda de San Virila, del que está autentificado que fué realmente Abad del Monasterio y del que se cuenta que preguntándose sobre como podría ser la Eternidad, Dios le permitió quedarse embobado junto a una fuente oyendo los trinos de los pájaros durante trescientos años, y cuando volvió al Monasterio, los hábitos negros eran ahora blancos.
Se construye un nuevo Monasterio sobre el anterior entre 1562 y 1640.
Con las históricas desamortizaciones, los monjes anduvieron llendo y viniendo y el Monasterio sufriendo saqueos hasta que definitivamente pudieron volver a instalarse y hoy en día se considera al Monasterio de Leyre la mayor reliquia de Navarra, en sus viejas paredes está la misma razón de ser del Reino de Navarra que nació en estas tierras y entre estas sierras de panorama impresionante.

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