martes, 25 de noviembre de 2008

ALMUDENA GRANDES Y LA VIOLACIÓN


Esta escritora quizás haya querido hacer una gracieta pero creo que le ha hecho un flaco favor a todas las mujeres y, por supuesto, a la República.
Ayer publicó un artículo en el que textualmente decía acerca de la violación de una monja en el Madrid del comienzo de la Guerra Civil:

"¿Imaginan el goce que sentiría al caer en manos de una pandilla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos?"

Siento verdadero asco al leer estas palabras, quizás ella sueñe con violaciones, pero que no generalice porque lo que sintieron esas personas en los atroces días vividos durante aquellos meses fue el horror puro y duro y para ello basta con conocer la historia. Incluso los republicanos de buena fe desaprobaron aquellas prácticas, desde Manuel Azaña a Indalecio Prieto, todos quedaron horrorizado del comportamiento de aquellas hordas, no siempre incontroladas, que sembraron el terror en Madrid en vez de combatir en el frente, como hubiera sido su deber. Aquellos horrorosos crímenes de los primeros meses fueron más terribles para el poder legítimo de la República que la misma Guerra Civil porque actuando de esa manera no hacían más que darle la razón a unos sublevados que no la tenían. Que sepa la señora Grandes que el mundo entero se horrorizó por lo que estaba sucediendo y por ello precisamente, pudiendo haber ayudado al Gobierno legítimo de la República, no lo hicieron, porque siendo un gobierno de intelectuales pasaron, por esas cosas y otras parecidas, a ser considerados internacionalmente como bestias.
Espero por el bien de la señora Grandes que no se vea obligada nunca a vivir en vivo y en directo sus propios chistecitos, porque es posible que en ese momento no opinara que es un goce ser violada.

2 comentarios:

Toñi Sempere dijo...

Esta tía ve muchas pelis , que asco me ha dado leer lo que dice... ya le vale.
No me parece ni medio normal.

besos ishtarr.

Ishtar dijo...

La gente pseudointelectual tiene tendencia a endiosarse por el relativo éxito y creer que todo lo que diga, por el sólo hecho de decirlo ellos, ya es válido, pero hay límites que no se puede traspasar.
Un beso, Pica.