martes, 11 de septiembre de 2007

AFERRARSE A LAS SOMBRAS Y AL POLVO

Hoy hace seis años que el mundo entero se quedó en suspenso, aterrado, creyendo que el Apocalipsis había llegado por los aires en forma de pájaro de fuego. Para los que lo vivieron en primera persona, es algo imposible de olvidar. Hoy podrán mirar por última vez la zona 0, quizás con suerte puedan bajar también por última vez al pozo donde 3.000 personas desaparecieron dejando tras de sí solamente polvo y desolación.
Se aferran a aquello porque no les queda nada, la vida ha seguido pero para muchos se detuvo aquél día. Esperan que el nuevo lugar conmemorativo, con jardines y cascadas artificiales pueda proporcionarles algo de paz, pero en el pozo se sentían unidos a los suyos que desaparecieron, en los nuevos jardines, tal vez falle esa unidad. Sin embargo en esa zona 0 van nuevos edificios comerciales y apartamentos que cubrirán el pozo, pero nunca el vacío que dejaron aquellos que se fueron.
Las heridas de los cuerpos fueron sanando, las heridas del alma aún persisten en los que sobrevivieron. El remordimiento de ser ellos y no sus amigos los que se salvaron y el miedo, ninguno desea volver a subir a un rascacielos, a estar a más de cuatrocientos metros sobre el suelo.
También bomberos, policías y voluntarios que ayudaron entonces en tareas de desescombro siguen sin poder olvidar.
Pero es cierto que la vida sigue y muchos empiezan ya a preguntarse si el luto no tiene fecha de caducidad, los jóvenes, sobre todo, se declaran hartos de campanadas y de lágrimas, quieren vivir de nuevo sin miedo y con esperanzas, seis años es demasiado tiempo para llorar.

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