jueves, 6 de septiembre de 2007

Y DICEN QUE EL PESCADO ES CARO

Salieron para los caladeros de Marruecos, al zarpar iban alegres, saludaban desde la cubierta, nadie podía sospechar entonces la tragedia que se iba a cernir sobre ellos a la vuelta. Pero un golpe de mar inesperado, muy cerca ya de su pueblo, Barbate (Cádiz), dió al traste con sus esperanzas. El barco se dió la vuelta, porque las artes de pesca estaban todas de un lado y la mar los volteó. Los que dormían dentro, aún no se sabe qué ha sido de ellos, de los que estaban arriba, algunos se han salvado con la ayuda de compañeros que estaban cerca y que venían de pescar en Marruecos, como ellos mismos; de otros, con menos suerte, se han recuperado los cuerpos.
Esa es la vida de los hijos de la mar, la dura vida que llevan para alimentar a sus familias y para que nosotros comamos ese pescado. Ese que a veces consideramos caro, sin pensar cuantas lágrimas, cuantos sacrificios, incluso de vidas, conlleva. Yo he visto las viudas y las madres desesperadas en los pueblos de pescadores cuando hay una tragedia de estas, rezando para que no sea el suyo ese cuerpo que traen los de salvamento marítimo, el de su ser querido y llorando de remordimientos, porque si no es el suyo, tiene que ser el vecino, el amigo, porque siempre los muertos dejan en tierra alguien que les llora. Permanecen con la mirada fija las mujeres, las hijas, no se atreven a mirarse siquiera porque en los ojos de cada una está la esperanza de que ese muerto sea el hijo o el marido de otra.Y aún les llega la paz si aparecen los cadáveres, pero a algunas ni siquiera les queda el consuelo de poder darles sepultura, la dura mar se traga cada año muchos cuerpos que nunca más volverán a su tierra. No, no digais nunca que el pescado es caro.

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