viernes, 14 de septiembre de 2007

PRIMERAS LLUVIAS

Llegan las primeras lluvias y te sorprende el día gris inesperado y las primeras hojas secas que el viento barre junto a los pétalos de las antiguas rosas, pétalos amarillentos que aún guardan aquél aroma primero. Y con las gotas de lluvia, cae también un fino polvo de oro de los grandes árboles, todo lo va arrastrando el viento, como arrastró los últimos granos de arena, las bullas del chiringuito playero, la placidez de la terracita nocturna, aquella luna grande marfileña que contemplaste mientras apretabas en la tuya otra mano. El viento lleva y trae, se lleva todo lo antiguo, lo que hemos usado en exceso y nos trae ya, en estos últimos días del verano, los primeros aromas del otoño, el perfume inconfundible de las manzanas asadas, de los dulces caseros, el membrillo en el horno, el brillo espectacular de los crisantemos amarillos y naranjas, despuntando ya, tímidos entre lo verde, las grandes camelias, blancas y aromáticas, el liquidambar mágico, los ciruelos silvestres escarchados de plata, los brezos color púrpura como campanas al viento. No se va la vida en el otoño, se adormece la naturaleza pero nos regala al mismo tiempo sus sueños más hermosos, su paleta de rojos, ocres y dorados, una lluvia dulce que cae como si fueran lágrimas del verano que huye o del otoño que se aproxima, repleto de regalos. Allá van también mis hojas a mezclarse con las otras que pasan volando.

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