miércoles, 5 de septiembre de 2007

LA MEMORIA

Qué difícil vivir cuando te rodea un muro insuperable, muro de la memoria y los recuerdos de los que no puedes desprenderte.
Recuerdos de perfumes aspirados, de casas que viviste, de manos que estrechaste, de besos que entregaste y te entregaron, de tantas vidas como has ido viviendo aunque parezca una.
La memoria es altamente selectiva y tacha algunas cosas y sobredimensiona otras, incluso en ocasiones, te persiguen recuerdos imborrables que ni siquiera son tuyos, sino adquiridos de la memoria de otros, pero tan fuertes, tan grabados en tí que puedes ver en el cine el relato de un suceso histórico, novelado evidentemente por el guionista y sentir deseos de gritar que no fué así, que sabes que no fué así sino de muy otra y tal vez, más trágica manera.
Así es la memoria, capaz de traerte el aroma del mar en una noche de verano bajo las estrellas o el calor de una chimenea encendida y la voz que relata un cuento de invierno, esos cuentos para mantener quietos a cuatro chicos nerviosos y demasiado activos en las largas y frías veladas invernales. Esos cuentos leidos en voz alta que la televisión ha desterrado para siempre y que eran capaces de despertar la imaginación y volver mágicos aquellos momentos familiares a la luz de la lámpara.

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