jueves, 16 de junio de 2011

LO BARATO, SALE CARO


LO BARATO, SALE CARO

Las compañías aéreas de bajo coste cada vez ahorran más en amabilidad para los pasajeros en su búsqueda de negocio a bajo precio, ya ni agua como suele decirse pero esta vez en sentido muy literal.

En Sevilla, en pleno mediodía, con 37º a la sombra y casi 50º al sol, imagínense ustedes la que habrán pasado los 200 pasajeros de un vuelo de la compañía Ryanair dentro del avión que debía cubrir el trayecto Sevilla-Pisa, con esa chapa bajo el sol y al rojo vivo y sin aire acondicionado u otro tipo de refrigeración; incluso sin agua que ofrecer a los sufridos pasajeros ni pagando su importe, varios de ellos niños pequeños y bebés, durante más de tres horas.

Según fuentes de AENA, Ryanair necesitaba una máquina (que debe ser alquilada a una empresa externa que asiste a las compañías en tierra), que trasladara el avión hasta la plataforma de estacionamiento, punto en el que se encienden los motores para luego dirigirse a la calle de rodadura y de ahí a la pista de despegue. Pero ha tardado 45 minutos en pedirla. Otros tantos minutos debe haber tardado AENA en enviarla, más el tiempo de aproximación a la pista de despegue, más cualquier otra cosa que les ocurriera por el camino. Mientras tanto nadie podía bajar del avión y el piloto explicaba en inglés e italiano lo que ocurría (o lo que dicen que ocurría, que nunca se sabe). AENA debería saber los aviones que van a despegar de un aeropuerto y las máquinas que van a necesitar si eso es cierto, de lo contrario deberémos pensar que no tienen ni idea de lo que ocurre en las pistas, que es mucho peor. Lo curioso es que tras el suceso, Ryanair no habla nada de máquinas sino de una avería que están tratando de solucionar.

Las lipotimias y la deshidratación se han ido sucediendo entre los pasajeros mientras el presunto incidente técnico impedía despegar al avión y tampoco desembarcaban al pasaje. Pasado bastante tiempo y sed,  los de la tripulación sacaron unas cuantas botellitas de agua (tres o cuatro), no había más, y el pasaje tuvo la generosidad de dejarla para los niños más pequeños.

La cosa podía haber acabado en tragedia si un pasajero harto no se hubiera dirigido a una de las puertas del avión y la hubiera abierto. En ese momento se ha abierto la rampa de emergencia, porque ya no había escaleras, y la tripulación ha decidido desalojar a los pasajeros del avión. El primero un bebé de 14 meses, ya muy deshidratado, que ha tenido que ser atendido a pie de pista por una ambulancia. Si el pasajero no llega a abrir la puerta, aún podían estar allí todos.

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