jueves, 2 de junio de 2011

GIBRALTAR, PECADO DE ORGULLO


GIBRALTRAR, PECADO DE ORGULLO

Que Gibraltar es español es tema fuera de toda duda, menos para los "llanitos", que gustan de soñarse ingleses, aunque a su Graciosa Majestad les traigan completamente sin cuidado.

Cuando les ha salido ardiendo el otro día, el martes a las 15:30h exactamente,  un tanque de fuel en el dique norte debido a su explosión repentina, todo el cielo de la Bahía de Algeciras se tiñó de un espeso humo negro y 14 personas resultaron heridas, entre ellas dos trabajadores españoles que se hallaban soldando allí, de esos trabajadores que cruzan cada día la frontera para trabajar en Gibraltar; España, siempre quijotesca, ofreció su ayuda a través de Salvamento Marítimo para apagar el fuego, ayuda que fue rechazada más bien de malos modos y al grito de "nosotros nos bastamos".

Pero no solamente el ruido de la primera explosión y el negro humo se sentían por todo el Campo de Gibraltar, sino que empezaron a producirse intoxicaciones en La Línea, por lo que calculando que en el propio Gibraltar estarían aún peor, España volvió a ofrecer su ayuda logística para ayudar a apagar el fuego. De nuevo fue rechazada.

A las 19:30h un segundo tanque hacía explosión y entonces si que cundió el pánico entre los orgullosos "llanitos", las tres unidades de bomberos que poseen no daban abasto sin lograr apagar las llamas y tampoco eran capaces de quitar del puerto todos los yates y diferentes embarcaciones en peligro. Entonces llegó el momento de rendir su orgullo y las autoridades gibraltareñas telefonearon para aceptar la ayuda española antes de desaparecer todos engullidos por las llamas.

España, que podía haberles recordado sus orgullosas contestaciones anteriores, no dudó en enviarles rapidamente dos remolcadores, que salvaron a los barcos en peligro, y el buque "Salvamar" de Salvamento Marítimo, y en unas horas lograron extinguir el fuego.


El Gobierno de Gibraltar anunció la extinción del fuego, pero olvidó agradecer la ayuda española, sin la cual quizás no lo hubieran logrado. Ay, qué malo es el orgullo, sobre todo cuando no hay de qué enorgullecerse.

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