martes, 18 de diciembre de 2007

LOS PELIGROS DE LA NAVIDAD


La Navidad, igual que las vacaciones de verano, tiene, entre otros muchos, el peligro de generar excesivas espectativas que después se ven defraudadas. Y esto no sólo sucede entre los menores a los que la televisión acosa con su publicidad, muchas veces engañosa, sino también entre los adultos.
Para empezar la ansiedad se dispara en estos días, demasiados gastos, demasiados compromisos, regalos, deseos de quedar bien etc..., mezclados en cóctel explosivo con que hay que continuar con los deberes diarios, el trabajo, los hijos, las comidas habituales, las lavadoras, la plancha...
Se disparan las peticiones de divorcio, porque se pasa más tiempo juntos, se "sufre" más a la familia del "otro" a los que nos vemos obligados a regalar, convidar o visitar. No hay dinero para hacer o comprar todo lo que se desea y eso genera tensiones en la pareja. Los niños están también de vacaciones y exigen atención.
Demasiado tráfico que genera nervios al volante, todos queriendo aparcar en el centro y lo más cerca posible de la tienda a la que se dirigen, discusiones, pérdida de humor y de horas que podrían haberse disfrutado de otra manera, está comprobado que en estos días hay más accidentes, discusiones y altercados entre los conductores, que se vuelven agresivos con las prisas.
Se disparan las Urgencias debido a los excesos, sobre todo de alcohol y además queda menos personal de servicio porque ellos también tienen días de vacaciones.
¿Qué podemos aconsejar?
Como siempre es necesario saber deslindar bien lo urgente de lo verdaderamente importante. Que hay que hacer comidas especiales, reuniones, regalos, sí, pero solamente hasta donde podamos llegar porque el verdadero fin es disfrutar de la compañía de aquellos a los que queremos por la simple alegría que nos produce el saber que aún están entre nosotros, que podemos abrazarles y expresarles nuestro amor. Las cosas no tienen que ser perfectas, los fallos tienen también su encanto. Y si algunos de los nuestros faltan ya porque la muerte los llamó a su cita, no hay que estar tristes sino recordarles porque a través de nuestra memoria ellos vivirán con nosotros una nueva Navidad.
Que sean felices y se lo tomen con calma.

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