domingo, 2 de diciembre de 2007

MENSAJEROS DE LA MUERTE

Imposición de medallas.


Emotivo funeral con la presencia de familiares y autoridades.


Recibimiento del féretro en la Sede del Instituto Armado


Políticos unidos por la misma preocupación.



Llegada del féretro


Raúl Centeno. Guardia Civil asesinado.

La cafetería donde los asesinos reconocieron a los agentes

Una madre que se abraza a la bandera que su hijo juró defender porque ya nunca podrá abrazarle a él.

Cuando llegan los mensajeros de la muerte todo queda en suspenso, parece como si el tiempo se detuviese o rodase a cámara lenta y ya nada pudiese ser igual.
Cuando se persigue asesinos, incapaces de toda piedad, dispuestos a cualquier cosa, hay que meditar muy seriamente como se debe actuar y si es necesario cambiar las leyes, se cambian.
Es cierto que no se puede portar armas en país extranjero aunque los que la porten sean agentes policiales o guardias civiles pero si se trabaja conjuntamente con la policía de otro país en beneficio del bien común porque es algo que a ambos países afecta, sería necesario algún permiso especial porque no se puede enviar a unos jóvenes, casi niños aún, desarmados, a este tipo de operaciones de alto riesgo. Y además deberían recibir cursillos especiales, porque tampoco deberían hacer allí su vida normal con riesgo de perderla. Cuando se trabaja así, desgraciadamente, no se puede bajar nunca la guardia y por lo tanto no se debe ir a una cafetería hablando en español en un sitio lo suficientemente pequeño para que la mayoría se conozca. Muchas veces, aparte del idioma, incluso los gestos, los pequeños tics aprendidos, delatan al militar y todo eso debiera cuidarse mucho porque como acabamos de ver puede ir la vida en ello.
Hay otro Guardia Civil en el hospital, en estado de muerte cerebral.
Nos queda en la retina la imagen de esa madre convertida en piedra, encerrada en su dolor, endurecida por dentro como una Pietà de mármol, recordando al hijo que despidió sano y que ya nunca volverá a ver, como escribió el poeta Rilke," él se ha alzado ya por encima de los límites de su corazón y ahora ya no puede parirle otra vez".
Y el periódico Gara, no hace la menor alusión a este suceso, para ellos se ve que no ha existido, en cambio saca a toda página la manifestación para que suelten a los etarras detenidos. Caiga sobre ellos todo el peso de la ley, que mientras estén a buen recaudo, no pueden hacernos daño.

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