A BUENAS HORAS, MANGAS VERDES
Esta expresión popular tuvo su origen en una primitiva especie de policía de Castilla llamada la Santa Hermandad y cuyos miembros, que vestían un chaleco de piel del que asomaban unas mangas verdes, tenían fama de llegar siempre tarde a resolver los conflictos. Pues no hemos cambiado nada desde entonces.
Ahora se nos descuelga la Sección Tercera de la Audiencia Nacional con una reunión de urgencia en martes santo para revocar la puesta en libertad de Troitiño, que nunca debió ser liberado, realizada por ellos mismos; y pretender ahora que cumpla seis años más de condena que supuestamente le restan. Y digo supuestamente porque para los familiares de las víctimas Troitiño hubiera debido cumplir la pena que por cada víctima le corresponde, nada de acumulaciones ni chorradas. Tú asesinas, tú pagas, y no debiera haber otra.
Alfonso Guevara, Ángeles Barreiros y Guillermo Ruiz Polanco, jueces de la Audiencia Nacional, firmaron ayer un nuevo auto en el que en lugar de restar seis años de prisión preventiva del límite de 30 años que graciosamente concede España como máximo de encierro a sus asesinos, los descuentan de las penas acumuladas. Y Troitiño, creen ellos, que está esperando en casita para volver a entrar en la cárcel. Cuando cualquiera con dos dedos de frente supondría que Troitiño está ya en Venezuela, tumbado en la playa y charlando con De Juana Chaos y otros de su cuerda. Ahora, a Troitiño, échale un galgo.
Por si no lo recuerdan, Troitiño asesinó a 22 personas que ya nunca podrán ser recibidas con flores, como lo fue Troitiño a la salida de la cárcel, las víctimas se pudren en sus tumbas mientras los etarras se ríen de sus familiares, a lo cual el Gobierno actual contribuye bastante con tantas negociaciones y charletas.
El 26 de octubre de 1983, Antón Troitiño Arranz, cometió su primer atentado mortal conocido en la persona de un inocente carnicero, Lorenzo Mendizabal, que estaba despachando en su establecimiento. En 1988, lo condenaron por éste crimen a 20 años de cárcel.
El 14 de junio de 1984, pone una bomba lapa en el automóvil del guardia civil, Ángel Zapatero Antolín, que fallece. Además un niño resulta herido. Troitiño es condenado por ello en el mismo juicio de 1988 a 29 años de cárcel.
El 14 de abril de 1986, en la calle Juan Bravo de Madrid, perpetra un atentado contra un Land Rover de la Guardia Civil, mueren cinco guardias civiles y otros cuatro resultan heridos. Lo condenan en 1990 a 378 años por éste atentado.
El 17 de junio de 1986, con práctica ya en asesinar, se carga de un golpe a tres, al comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas, al teniente coronel Carlos Besteiro y al chófer, soldado Francisco Casillas. Le condenan por ello a 87 años de cárcel.
El 14 de julio de 1986, en el atentado cometido en la plaza de la República Dominicana, en Madrid, asesina con una furgoneta bomba a 12 guardias civiles, hiriendo además a 40 personas que pasaban por allí. Fue condenado a 2.232 años de cárcel.
¿Pueden los familiares de las víctimas aceptar que este individuo se esté paseando tranquilamente después de tanta sangre?
¿Da lo mismo un asesinato que veintidós asesinatos? Pues en España parece que sí, que los legisladores han decidido que es igual una cosa que la otra, probablemente a ellos no les han asesinado a ningún pariente cercano o su estulticia es de solemnidad, no puede pensarse otra cosa.
Y los del nuevo auto, mejor me callo lo que pienso de los del auto, pero ya se lo pueden ustedes imaginar.
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