miércoles, 21 de marzo de 2012

METEN EN LÍOS HASTA A SU PROPIA MADRE



 



METEN EN LÍOS HASTA A SU PROPIA MADRE


La juez Alaya ha ordenado la pasada madrugada el ingreso en prisión de Juan Francisco Trujillo, chófer del ex director general de Empleo de la Junta de Andalucía, Francisco Javier Guerrero, que fue trasladado de inmediato a la cárcel de Morón de la Frontera, en Sevilla.


Trujillo había estado declarando durante todo el día y este envío a la cárcel es consecuencia de esas declaraciones. Con el mayor desparpajo ha confesado que cuando Guerrero le comentó que "necesitaba tener liquidez para seguir comprando cocaína", le facilitó los datos y el DNI de su madre, para que le hiciera ingresos que posteriormente retiraban y sin que la madre, ya muy mayor, seguramente estuviera al tanto de tales manejos. Así que la madre se ve implicada por haber "recibido" 122.649 euros.


También ha confesado que en dos ocasiones, que él recuerde, viajó a Madrid para recoger unos sobres con dinero de manos del director general de la aseguradora Vitalia, Antonio Albarracín, que después entregaba a su jefe. Hay que recordar que Vitalia era una de las mediadoras en los ERE.


Ambos, chófer y jefe, consumían, según dice Trujillo, más de 25.000 euros mensuales en droga, cocaína sobre todo, entre cinco y diez gramos diarios que él mismo preparaba en bolsitas y entregaba a su jefe según se lo solicitara. Eso se llama un chófer para todo.


Y para que todo quedara en casa, el dinero para la droga salía de las ayudas públicas que recibía por las empresas ficticias que había creado a tal efecto y la cocaína se la suministraba el hijo del dueño de un restaurante de la Sierra Norte sevillana, que a su vez también recibió ayudas públicas y está siendo investigado.


Ya fuera del cargo de chófer, y para no perder la costumbre, Trujillo ha reconocido que cobra el paro indebidamente gracias a que le dieron de alta de forma ficticia dos empresarios amigos suyos.


Hay que recordar que con las ayudas públicas obtenidas gracias a las empresas ficticias que creó entre 2003 y 2007 mientras era chófer de Guerrero y ambos vivían días de vino y coca, Trujillo ha confesado que se compró tres terrenos y un piso en la calle San Luis de Sevilla, le devolvió entre 60.000 y 80.000 a Guerrero para que tuviera "liquidez" y se gastó más de 40.000 euros en regalos para su jefe. Agradecido que es el hombre. Así le compró un piano de 4.000 euros, teléfonos móviles por 1.200 euros, 2.000 euros en ropa, relojes de lujo y antigüedades que él mismo le trasladó a su casa de El Pedroso, otro pueblo de la Sierra Norte de Sevilla.


Se comportaban como virreyes y hacían y deshacían a su gusto mientras pudieron, rodeados además por la corte de los que les bailaban el agua para obtener a su vez beneficios.


Ahora la juez Alaya imputa a Trujillo once delitos, tres de obtención indebida de subvenciones, uno de falsedad en documento mercantil, un delito continuado (y tan continuado) de cohecho, otro de tráfico de influencias, un delito continuado de prevaricación, otro de malversación de fondos públicos y tres delitos de falsedad en documento oficial y le ha puesto una fianza por responsabilidad de 2,3 millones de euros.


La madre, de momento, bastante tiene con tener tal hijo.

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