ADIOS AL VERANO

Ha llegado septiembre y con su venida, sentimos que el verano empieza a alejarse aunque aún queden algunos días de calor, ese veranillo del membrillo que nos sirven en pareado. Pero ya corre alegremente la brisa por los atardeceres, mientras un inmenso sol rojo tiñe la tarde toda de su rubor. Y por las mañanas, los que tenemos la suerte de vivir en lugares donde aún resuenan los pregones de antaño, notamos que estos van cambiando poco a poco. Ha dejado ya de venir aquel anciano, atezado y enteco, que voceaba..."los pejerreeeeeeeeyes, niña, los pejerreeeeeyes freeeeescos" y viene más de tarde en tarde ya, el que grita "meloooones y sandïïïïas, que las calo, niña, que las calo". Ha dejado su esquina el anciano que con un manojo de juncos hace cestos maravillosos y el que arregla las sillas de enea.
Se nota que se acerca el otoño y no solamente en las hojas secas que el viento arremolina en los paseos del parque, que brillan doradas en el aire antes de caer, también en que hay menos niños, encerrados ya en las guarderías. Y en que llegan los que venden alfombras, colchas y fundas para la mesa camilla, todo cargado sobre los hombros, doblados por el peso, y el que nos trae alhucema e incienso para perfumar las casas y su aroma inunda toda la calle.
Va cambiando el paisaje cotidiano, hay más coches, más prisas, más irritabilidad en el ambiente pero siguen las rosas ofreciendo su perfume y la dama de noche todavía emborracha las tardes, las arreboleras, con su perfume tímido, tan semejante al del jazmín, aún nos regalarán este mes sus alegres colores. La gata se despereza somnolienta en la terraza, indecisa entre seguir amodorrada o saltar sobre una lagartija imprudente que pasa cercana. Ya están lejos aquellos días pesados de más de 40º, hoy la brisa juega con las cortinas y las ramas de los árboles como una niña traviesa. Ya llegan los camiones cargados de uva a las bodegas y el aire se llena de ese olor dulce y dorado que desprenden. Sí, no hay duda, ha llegado septiembre.