ERA EL ARROYO

De modo que era el arroyo. Toda esa lucha desesperada por echar balones fuera y encontrar un chivo expiatorio cuanto antes ha venido a cuenta de ser obligación de Fomento soterrar ese arroyo que, de no haber estado ahí y según informes de expertos, hubiera cambiado lo sucedido, hubiera habido otro accidente diferente, con menos víctimas.
El Ministerio de Fomento es consciente de que en el Aeropuerto de Barajas se están haciendo cosas que contravienen todos los usos internacionales. Como por ejemplo tener cruzadas con un ángulo de 38º las pistas de despegue y de aterrizaje, con riesgo de desplome de la nave en caso de existir un fuerte viento operando en dos vectores de 38º (en total 76º) en la rosa de los vientos, porque implica que aterrizajes y despegues se vienen realizando con viento de cola. El Reglamento de Circulación Aérea, habla siempre de despegar contra el viento y esto no se cumple en Madrid.
Están, desde el Gobierno, esperando que olvidemos la tragedia, que se pase de actualidad absorbida por nuevas actualidades, pero cada paso que dan denota el miedo, el miedo a que los ciudadanos sepan cuanta culpa tienen ellos en lo sucedido. Por los problemas en las pistas, por no hacer las revisiones adecuadas, por permitir que si algo no funciona, se "desconecte" y se deje el arreglo para más adelante o nunca. El exceso de carga, el piloto desconectado, el tren de aterrizaje, el viento y el terreno,
los desniveles que desembocan en el arroyo, una vez que el avión dio en el suelo, hicieron el resto.
Pero, desgraciadamente, en ese nefasto ministerio puede pasar cualquier cosa que siempre tratan de huir hacia delante, la Ministra, la primera.