miércoles, 1 de febrero de 2012

EGOCENTRISMO EN ESTADO PURO






EGOCENTRISMO EN ESTADO PURO


Está siendo juzgado Baltasar Garzón por un nuevo caso de los tres que le rondan y volvemos a ver en él esa idea peregrina de que sólo lo que él dice tiene valor y relevancia y que puede, impunemente, sostener una cosa y la contraria sin mover un músculo.


Éste es el mismo hombre que reabrió un sumario ya cerrado pretendiendo culpar a unos sirios, que estaban siendo vigilados en España, por el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, al final el asunto tuvo que ser archivado porque no había por donde cogerlo.


También pretendió extraditar a Pinochet, entonces en Londres, para juzgarlo en España, extradición que impidió Margaret Thacher, pero él logró hacerse famoso mundialmente con el asunto.


Tenía fama de arrebatar a sus compañeros los casos más mediáticos para estar constantemente en el candelero, aunque después como instructor era tan nefasto que sus casos solían acabar en nada, pero la cosa era que su nombre no dejara de salir en la prensa.


Excarceló a Michel Domínguez (los GAL) cuando estaba intentando hacer carrera en política con Felipe González y como no logró que lo hiciera ministro, volvió a la judicatura e intentó meterle en la cárcel (a González). De eso parece que no se acuerdan las izquierdas que ahora lo jalean, incluido Toxo y Mendez que se manifiestan por Garzón y no se preocupan de los cinco millones y medio de desempleados. ¡Lo que hay que ver!


Según su biógrafo no autorizado, José Díaz Herrera ("Garzón: juez o parte"), abusaba de los interrogatorios nocturnos para arrancar del cansancio y el sueño de los acusados lo que no conseguía durante el día. A Amedo, según el mismo policía y su abogado, Jorge Manrique, llegó a amenazarle con meter a su mujer en la cárcel si no "colaboraba", y para ello, él le decía previamente y a solas lo que tenía que contar después en los interrogatorios.


Ahora se ha atrevido a sostener en el juicio que Franco no tenía "razones políticas" para las torturas, las detenciones o los fusilamientos, en un intento de burlar al Tribunal que lo juzga, aunque en su auto había sostenido justamente lo contrario. Y esto después de que el Tribunal rechazara las cuestiones previas que su defensa había planteado, entre ellas el archivo de la causa y la aplicación de la llamada "doctrina Botín", que establece que no se puede abrir un procedimiento penal a instancia exclusivamente de la acusación popular, como en éste caso, donde no hay acusación particular y el fiscal considera que no ha incurrido en delito.


En cambio reconoció que no admitió una denuncia para que investigara los delitos de Paracuellos del Jarama porque le pareció que aquellos "ajusticiamientos no guardaban relación contra altos organismos de la Nación", y en cambio creía que los de Franco, sí.


Hoy continuará el proceso, pero la personalidad de Garzón ya ha quedado definida por sus palabras. Está claro que tiene obsesión compulsiva por tener el control de todo aquello que le interesa y un estado psicopatológico que le hace ver situaciones que o bien no existen o él las imagina a su modo en su delirio de omnipotencia.  

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