sábado, 11 de octubre de 2008

EN MEMORIA DE EDIT PIAF

Tumba de Edith Piaf en el cementerio parisino de Père Lachaise


Nació y vivió en la calle, como un gorrión. Nació en París el 19 de diciembre de 1915, bajo una farola. Su padre, acróbata, su madre, una italiana cantante de ferias y cafés, se separaron al poco de nacer ella. Es criada por su abuela paterna, una mujer árabe que regenta una casa de prostitución en Bernay, Normandía.
Si la infancia fue traumática peor fue la adolescencia, cuando se veía obligada a cantar por las esquinas de París para poder comer de las monedas que le echaban los paseantes. En esa época nunca supo si podría comer caliente o no aquella noche.
Con esa vida, se quedó embarazada a los 16 años de un chico de la calle, pero la niña que tuvo murió de meningitis a los dos años.
Esa herida, la muerte de su hija, la acompañaría ya de por vida.
Un día la suerte cambió. Un hombre elegante la oyó cantar en la calle, era Luis Leplée, propietario de Gerny' s, un cabaret de la época, de los mejores, al que acudía el "todo París". La llevó a trabajar con él y la vida parecía que le iba a sonreir a Edith, pero a los siete días Leplée apareció muerto en su despacho, asesinado de un disparo. Encima la policía la consideró sospechosa, a ella que por primera vez había creído ver brillar una pequeña luz en su vida. La prensa la acusó, sin pruebas, y todos le dieron la espalda.
Como haría durante toda su vida cuando las cosas iban mal, Edith se entregó a la desesperación, a beber sin tasa, a acostarse con cualquiera, a hundirse cada día un poco más.
El letrista Raymond Asso, que fue su amante, la salvó de esa destrucción y ella comenzó a revivir, a cantar, a hacer teatro y películas y el público volvió a amarla.
En 1946, Edith conoció al boxeador Marcel Cerdán, el hombre que más amó y por el que fue más amada. Pero en su vida nada era duradero y en 1949 él falleció en un accidente de aviación. Aquella noche, cuando le comunicaron el accidente, Edith estaba trabajando, tenía que salir a actuar y cantó el HIMNO AL AMOR:

El cielo azul puede derrumbarse sobre nosotros
Y la tierra puede abrirse
Poco me importa si me amas
“Paso”… del mundo entero
Ya que el amor inundará mis mañanas
Ya que mi cuerpo se estremecerá entre tus manos
Poco me importan los problemas
Mi amor, porque me amas

Iré a la otra punta del mundo
Me haré teñir de rubia
Si tú me lo pides
Iré a descolgar la Luna
Iré a robar la fortuna
Si tú me lo pides

Renegaré de mi patria
Renegaré de mis amigos
Si tú me lo pides
Te puedes reír de mí
Haré como que no me importa
Si tú me lo pides

Si un día la vida te arranca de mi lado
Si mueres, o estás lejos de mí
Poco me importa! si tú me amas
Porque yo moriré también
Tendremos la eternidad para nosotros
En el azul de toda la inmensidad
En el cielo, no más problemas
Mi amor ¿crees que nos amamos?
…Dios reúne a aquellos que se aman

El teatro entero se puso de pie, nunca había puesto tanto dolor, tanto sentimiento en una canción.
Pero el nuevo golpe que la vida le daba era demasiado para ella y de nuevo cayó en la depresión, el alcohol y el sexo con cualquiera eran una manera de suicidio lento.
Su deterioro físico era imparable, se hizo adicta a la morfina, como forma de evasión del dolor, una más. Sufrió problemas de pancreas, hepáticos, incluso en 1959 le diagnosticaron un cáncer. Había vivido peligrosamente y lo estaba pagando.
Tuvo tiempo de convertir en cantantes a varios de sus amantes, como Aznavour, Yves Montand, Gilbert Becaud, Georges Moustaki,Eddie Constatine, de casarse varias veces, la última vez con un hombre 20 años más joven que ella, Théo Sarapo.
Falleció el 11 de septiembre de 1963 en un chalet de la Provenza que Theo había alquilado.
La enterraron en París, rodeada de los peluches que de niña no tuvo y que adoraba.
Hoy, en el aniversario de su muerte, quiero recordar a aquella mujer frágil, de huesos debilitados, pequeñita, con su humilde y eterno vestido negro, que llenaba con su voz el escenario y el alma de quiénes la escuchaban.




8 comentarios:

Maya Oviedo dijo...

Te quedó muy hermoso esto de la Piaf. Lo he disfrutado. Gracias.

MolyGalicia dijo...

Que biografía tan triste...pobrecita....un relato precioso....pero triste, que poquita suerte tuvo la pobre.....


Besiños guapa

Ishtar dijo...

Es verdad, pero quizás esa pena, esa tristeza es la que latía en cada una de sus canciones y por eso nos llegan de tal modo al corazón. Besos, Moly.

Ishtar dijo...

Gracias a ti por pasarte, Maya.

Unknown dijo...

Me ha encantado el resumen de la vida de esta mujer que acabaz de hacer, pero a mi particularmente no me gustaba mucho, la verdad que le tengo un poco de rabia a los franceses, ( tuve que tener en alguna de mis anteriores vidas algun encontronazo con napoleon), pues nunca he entendido el despotismos con el que siempre han tratado a los españoles.

Todo eso afecta a mi poca admiracion por todo lo que esta arriba de los pirineos.

besos

Ishtar dijo...

Debemos ser objetivos, Marisol, si no serás tan chauvinista como ellos. Lo que es bueno, lo es independientemente de la nacionalidad. Yo procuro ver lo bueno de cada sitio o persona porque creo que la grandeza no tiene patria ni país, es universal. Besos.

Unknown dijo...

Puede que sea igual que ellos, ( o no me gusta poner la otra mejilla )pero es algo que llevo dentro, o puede que tengas razon, no lo se cielo, pero hasta el punto que a veces miro los productos que compro si no conozco la marca por si son fabricados alli.

un besazo.

Ishtar dijo...

Qué cosas dices, Marisol, también allí hay cosas ricas, por ejemplo los quesos, los tienen excelentes y eso no desmerece los nuestros que los tenemos magníficos y muchos de ellos, desgraciadamente, no salen de su pueblo prácticamente y no llegan a los grandes mercados. Eso deberíamos aprender de los franceses, se venden como nadie a sí mismos, mira ahora, que andan liados pidiendo que se considere su gastronomía Patrimonio de la Humanidad, ojalá aquí hubiera semejante pasión por lo propio, pero aquí, cuando alguien triunfa en el mundo, parece que a los demás les molesta, mira el caso de Ferran Adriá, con el mundo entero a sus pies y aquí le regatean el mérito. Nosotros no escarmentamos.
Un abrazo.