Sólo hay un demonio peor que el de los celos y es el de la envidia, único pecado que no alcanza en sí mismo la menor satisfacción, sino solamente sufrimiento, un sufrimiento que no tiene fin ni con la muerte del envidiado, porque igual puede estar gozando de mejor vida, encima.
Una mujer boliviana, Celia Mita, harta de discutir con su pareja, el chileno Santos Blas, que aunque le juraba cada día amor eterno, se ve que olvidaba sus promesas en cuanto veía unas faldas y la llevaba engañando con unas y otras los 14 años que llevaban de relación, planeó una cruel venganza.
Lo sorprendió besándose con una mujer y discutió furiosa con él, pero él la fue calmando con dulces palabras y ella pareció dispuesta a perdonarle, como siempre, y le pidió que la besara, el adúltero pero inocentón Santos, creyó haber sido perdonado y la besó apasionadamente, pero más pasión puso ella, que le arrancó media lengua de un mordisco y la escupió con rabia. Santos, corrió, desangrándose y con su media lengua en la mano hasta el Hospital, al Servicio de Urgencias, pero no han podido reconstruirsela así que quedará con media lengua de por vida. A ella, mientras llega el juicio, le han prohibido acercarse a él, no sea que le arranque algo más.
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