martes, 22 de enero de 2008
UN HORROR SIN FIN
Cuando en mayo de 1996, en un juicio contra un ataque de kale borroka con "cócteles molotov", el Fiscal le preguntó a uno de los ertzainas que había milagrosamente sobrevivido al horror de una furgoneta de la Ertzaintza en llamas, en Rentería, "¿por qué no detuvo al encapuchado?", el agente interrogado respondió entre sollozos, "no le detuve porque mis brazos estaban ardiendo, sólo pude verle los ojos".
Este hombre había conseguido saltar de la furgoneta en llamas en una emboscada que perpetraron el 24 de marzo de 1995, a las ocho de la tarde cuando se dirigían hacia una zona en la que se esperaban disturbios,en la acción más violenta que se recuerda contra la policía vasca. Al llegar a la altura de un autobus incendiado, un grupo de radicales lanzó sobre ellos una verdadera lluvia de "cócteles químicos" elaborados a base de ácido sulfúrico y gasolina. Jon Ruiz Sagarna recibió de lleno el impacto de las botellas inflamables, hasta tal punto que el casco antidisturbios se fundió en su cabeza y estuvo un mes entre la vida y la muerte. Otro agente se rompió el hombro tratando de abrir la puerta de la furgoneta ardiendo para escapar de ella, salió en llamas y rodó por el suelo tratando de apagarlas, cuando quiso empuñar su pistola reglamentaria, la empuñadura plástica se pegó a su mano y no podía despegarla, de manera que los que se acercaban a tratar de ayudarle lo hacían con los brazos en alto porque no podía soltar la pistola.
Otros agentes resultaron también con heridas gravísimas, uno de ellos con quemaduras en el 75% de su cuerpo. El vehículo se convirtió en unos segundos en una bola de fuego que no era posible controlar y, sin querer, atropellaron a dos adolescentes que también sufrieron lesiones muy graves.
Narrar esto es ya sentir el horror del instante, los gritos de las adolescentes heridas, el fuego que te rodea, la muerte que ves tan cercana...,pues el agente al que el fiscal hizo esa pregunta tendrá que enfrentarse de nuevo a todo aquello porque la Seguridad Social reconoció en mayo de 2007 que las secuelas psiquiátricas que le dejó el atentado han empeorado, por lo que debería recibir una invalidez absoluta. Su caso es el de un accidente de trabajo por acción terrorista.
Pero la Mutua, que es la que tiene que pagar, dice que ni hablar, que los problemas que el agente padece no tienen nada que ver con aquél atentado. Y todo porque deberían pagarle un 200% de su salario. Pero los médicos han dicho muy claramente que se trata de un síndrome de estrés postraumático con trastorno de personalidad. El horror que vivió aquél día, el agente no lo puede olvidar, es así de sencillo, aunque la Mutua no quiera verlo así.
Hoy se celebra un juicio en Bilbao para estudiar el caso de este agente y ver si tiene razón la Mutua en negarse a pagar, el Sindicato EME, de la Ertzaintza, ha convocado un acto de protesta como apoyo al compañero, "porque nunca sabemos cual va a ser el siguiente". Vaya desde aquí mi apoyo a ese agente, porque no sólo la Ertzaintza, frente al terrorismo, cualquiera de nosotros puede ser el siguiente.
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