AL FINAL, ES MEJOR LA POBREZA Y LA AUSTERIDAD
Andábamos en España los ciudadanos de a pie, desde los tiempos de los Tercios de Flandes, soñando con salir de la pobreza ancestral algún día y creíamos, inocentes todos, hasta la llegada de esta crisis tan nombrada, que comenzábamos de repente y por arte de Exposiciones Universales y construcciones a mansalva, a ser ricos burgueses con derecho a todo lo mejor del mercado.
Y tiraban los jefecillos y mandos intermedios de Visa Oro con cargo a la empresa con la misma alegría que encendían un purito con el café y el brandy, he de decir que he visto con mis propios y perplejos ojos a alguno incluir en la factura de la comida empresarial un par de jamones cinco jotas, que se echaba al maletero del coche sin el menor rebozo.
Y con la Visa Oro ajena, descubrieron vinos de marca, restaurantes hasta entonces jamás pisados y, oh maravilla, el sushi. Ni que decir tiene que eso de comer pescado crudo no se les habría pasado en su vida por la cabeza de no ser iluminados por el dedo del que los hacía jefe sin el menor mérito personal ni títulos académicos que los avalara.
Y ahora resulta que se han estado envenenando con mercurio tan ricamente durante la época de vacas gordas, casi tendrán que agradecer que haya llegado la época de vacas flacas.
Los autores de un trabajo que aparece publicado en Biology Letters, afirman que la ingesta excesiva de mercurio presente en el atún crudo, sobre todo en el rojo y más caro, daña el funcionamiento neurológico, sensorial, motor y cardiovascular. Los autores tomaron más de cien muestras de sushi, entre restaurantes y supermercados, llegando a la conclusión que todas las especies excedían o bordeaban peligrosamente los niveles de mercurio permitidos por la Unión Europea, Canadá, Japón, EEUU y la Organización Mundial de la Salud.
Los atunes de ojo grande y los de aleta azul, de carne rojo oscuro, comen tres veces más que los de aleta amarilla, acumulando por lo tanto el triple de toxinas. Además han comprobado que los atunes de aleta amarilla se venden a menudo en supermercados, sirviéndose los rojos más en los carísimos restaurantes, y han propuesto que lleven unos y otros etiquetas que refrenden el tipo de atún de que se trata tanto en restaurantes como en supermercados.
En resumen, que donde se ponga un buen cocido que se quiten todas las novedades, y ahora los jefecillos, a curarse.
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