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Autor: Jacques Bonnet
Editorial: Anagrama
Se trata de un encantador ensayo que hará las delicias de los devoradores de libros, especie desgraciadamente en desuso.
Divide a los coleccionistas de libros en dos tipos, los coleccionistas en sí mismos y los lectores empedernidos.
Mientras unos coleccionan obras raras, incunables, un autor en especial, por ejemplo. Los otros, los lectores compulsivos, se dejan llevar por su curiosidad lectora y los leen y releen, toman anotaciones, los manejan cada día.
Muchos han sido los autores atrapados en este vicio lector y muchos también los que desfilan por estas páginas. El autor habla de los problemas que produce su almacenamiento, cómo llegan a saturar las habitaciones no dejando espacio para nada más sin que seamos capaces de desprendernos de ellos.
Quizás ese placer se ha ido perdiendo entre los jóvenes y ninguno de ellos llegue a tener nunca miles de libros en su casa. Pero en España aún quedan grandes bibliotecas familiares.
Una anécdota deliciosa que cuenta Bonnet, en las carretas que llevaban a los nobles franceses camino de la guillotina, un testigo observó a uno de ellos leyendo tranquilamente un libro, completamente ajeno a su muerte próxima. Y así se acercó a la guillotina, leyendo ensimismado su libro. Ejemplo máximo de cómo un libro te libera y aleja tu mente de todo lo demás.
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