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Otra vez España dividida, en este caso es por un juez al que se ha llevado a los tribunales por tres causas diferentes, pero la cuestión va mucho más allá y la cosa es completamente visceral.
Entran los de "la Zeja" en la Universidad que nunca antes pisaron, para encerrarse para presionar al Tribunal Supremo, encerrarse un ratito, claro, tampoco mucho no se les vaya a pegar algo de cultura verdadera. Y a estos se unen los Sindicatos, con la que está cayendo, el paro, la economía de los trabajadores como está, el hambre que acecha a las familias, y se preocupan de meterse en camisa de once varas, como suele decirse, en vez de estar a lo suyo.
Que el ex fiscal jefe Anticorrupción Carlos Jiménez Villareja afirme que el Tribunal Supremo es un instrumento del facismo en España y sus jueces son torturadores, excede con mucho a la libertad de expresión entendida de un modo razonable.
El Estado de Derecho que tanto nombran y se les llena la boca de decirlo, exige que todos, absolutamente todos, incluidos los jueces, seamos iguales ante la ley. Y nadie, aunque sea un partido cuyas siglas no sean simpáticas a algunos, puede carecer del derecho a pedir Justicia si cree lesionado algún derecho. Y partiendo de esas dos bases tanto derecho tienen unos a pedir explicaciones de forma legal, si creen que el juez erró y se tomó atribuciones que no poseía, como las tiene el juez denunciado para defenderse con los argumentos que estime pertinentes, y que el Tribunal Supremo decida y juzgue como hace en otros casos sin que se forme el menor alboroto.
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