sábado, 24 de abril de 2010

EL ÚNICO, NICOLÔ PAGANINI


EL ÚNICO, NICOLÔ PAGANINI

Apodado "El Único" por sus contemporáneos por sus capacidades, tanto para la música como por su encanto personal, Niccolô Paganini era el cuarto hijo de los seis de un comerciante aficionado a la música y a tocar la mandolina que, al descubrir el buen oído para la música del pequeño, nacido el 27 de octubre de 1782, le enseñó a tocar la mandolina desde los cinco años y el violín desde los siete, era tanta la obsesión del padre que Paganini nunca llegó a jugar con sus hermanos, viéndose obligado a practicar desde la mañana hasta la noche, pero cuando a los diez años se presentó en público por primera vez todos supieron que estaban oyendo a un genio de la música.

Algunos afamados maestros confesaron no tener ya nada que enseñarle en materia musical. Pero él aún prosiguió aprendiendo guitarra y piano.
Era maduro para la música pero psicológicamente seguía siendo el niño que no le permitieron ser, así que jugaba en casinos y se emborrachaba y sus idilios eran cortos y sonados, por los escándalos que organizaba.


Tuvo amores con Elisa Bacciocchi, hermana de Napoleón, Princesa de Lucca y Duquesa de Toscana, que le situó en la corte como segundo violín de la orquesta de Lucca, virtuoso de cámara y profesor privado del nuevo duque.


Los músicos más afamados de su época lo consideraban el mejor, el que nunca se equivocaba y sabía ser original siempre. Rapidamente lo envolvió la leyenda y llegó a decirse que tocaba de manera mágica gracias a un pacto con el mismísimo Diablo. Llegó a poseer cinco violines Stradivarius y dos Amati, cuya pureza de sonido indudablemente influyeron en su legendaria fama.


Sus amores fueron numerosos a lo largo de toda su vida y más de una vez se metió en líos a causa de ellos y acabó en la cárcel. Al final, tantos amoríos acabaron pasándole factura y contrajo la sífilis, enfermedad que entonces era incurable. Esto le produjo una fuerte depresión pues se vió ya incapacitado para formar una familia tradicional. A pesar de ello, mejoró y aún tuvo tiempo de tener nuevas amantes y con una de ellas, Antonia Bianchi, un hijo.


Todo lo que tenía de perfecto en su arte lo tenía de incapaz en los demás órdenes de la vida, se metió en múltiples negocios que siempre acababan en bancarrota y llenándole de deudas y en nuevos amores que siempre acababan en trapisondas y problemas, claramente se percibe que sólo podía ser fiel a la Música, así con mayúsculas, que fue lo único que le interesó hasta el final de su vida.


Los problemas derivados de la sífilis y un cáncer de laringe aceleraron su muerte, ocurrida el 27 de mayo de 1840 en Niza. Por haberse negado a recibir la Extremaunción después de una vida notoriamente licenciosa, el obispo de Niza prohibió que fuera enterrado en sagrado, por lo que su cuerpo permaneció en la bodega de su casa hasta que intervino el Rey Carlos Alberto y el cuerpo del músico fue llevado a Genova y enterrado. No acabaron aquí sus viajes pues en 1876 un nieto llevó sus restos al cementerio de Parma donde al fin reposan en paz.


Su influencia en la música, en los músicos que le siguieron, ha pervivido hasta el día de hoy y su legado, sus maravillosas obras, nos dejan aún a todos sin aliento.

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