miércoles, 7 de abril de 2010

LA EMPERATRIZ AMARGA




LA EMPERATRIZ AMARGA

Un libro de Manuel Francisco Reina, editado por Roca Editorial, "La Emperatriz amarga", que acaba de aparecer en las librerías, relata la tortuosa relación del matrimonio entre Sabina y el emperador Adriano.

Relata Reina la vida cotidiana de la época, el dilema entre sobrevivir a costa de lo que sea o perecer, sumisión o intriga.

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Sabina fue obligada a casarse con Adriano antes de haber cumplido los doce años, era primo suyo, de veintitrés años, y convenía dicha boda para afianzar la dinastía hispánica en Roma; la boda fue impulsada por Plotina, mujer de Trajano y amante de Adriano.

Vibia Sabina Augusta, hija de Matidia la Menor y nieta de Marcia, sobrina nieya del emperador Trajano Augusto, parece que fue una mujer fuerte pero profundamente infeliz. Durante toda su vida fue constantemente maltratada por su esposo.


Hay en la Historia muchos casos de maltrato a las mujeres, también Safo fue maltratada por su marido, al que abandonó y fundó una Academia en Lesbos, y también la esposa del emperador Augusto, Livia.


Pero de Sabina hay testimonios muy claros, ya en el libro "De viris ilustribus" (Sobre los hombres ilustres) de Suetonio, se dan datos concretos y testimonios de otras personas, así como se afirma que tomaba bebedizos y abortivos porque le horrorizaba quedar embarazada de quien ella llamaba monstruo.


Adriano era un hombre terrorífico, pero a pesar del odio que su marido le tenía, Sabina fue una mujer muy querida por el pueblo y aunque su marido no le concedió ningún título fue el Senado, en ausencia de él, quien la nombró Emperatriz.

Sabina era mujer sencilla, que se peinaba con raya en medio,con grandes mechones ondulados recogidos en cola de caballo a la espalda, que después se retuerce en un moño. Llevaba una sencilla diadema sobre la cabeza. Tanto su peinado como el vestuario eran a la griega.

En el siglo II, Adriano se da cuenta que está próximo a morir y se presenta en las habitaciones privadas de su esposa y le da a escoger, o se suicida o será ejecutada por orden suya. Adriano, al parecer, ha descubierto un grave secreto en el que ella está involucrada. Sabina obedece al marido y prepara la copa de vino con cicuta, que era el suicidio clásico de la época. Pero llama a su confidente, Julia Balbila, su cronista, para que el mundo sepa lo sucedido.


Sabina había acompañado en sus viajes a su marido junto a Antinoo, su amante, y del que parecía estar locamente enamorado, pero al que también hizo sufrir y que acabó suicidándose.


La Emperatriz Sabina fue incinerada y sus restos fueron trasladados, por petición de ella misma, en una urna de alabastro al mausoleo de Adriano. Murió también su hijo Lucio Elio, y también Adriano seis meses después, aquejado de terribles dolores, físicos y morales, pues la conciencia también le atormentaba.


El toque de atención que nos da el autor es que siglos después, nada ha cambiado, continúa la violencia contra las mujeres y el odio que no cesa, pero también que hay personas, como Sabina capaces de cambiar algunas cosas gracias a su valor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es malisimo el libro, la primera vez que tiro uno a la basura