sábado, 23 de febrero de 2008

EL OBSTÁCULO DE SER MUJER


Las profesoras Alice Eagly y Linda Carli consideran que más que una barrera invisible, el alcanzar el liderazgo por parte de las mujeres por muy preparadas que se hallen es una verdadera carrera de obstáculos a lo largo de toda su vida laboral.
Estas dos profesoras han publicado un interesantísimo estudio en la Harvard Business, con el que rompen el mito tan manido de que las mujeres tropiezan con un techo de cristal para llegar a ser directivas, para ellas esta metáfora no es correcta por la sencilla razón de que no es en ese momento cuando se las frena. Se parte de la base errónea de que hombres y mujeres tienen las mismas facilidades para acceder a una posición media en la empresa o la política, pero no es así. Lo que estas profesoras afirman es que las mujeres no se ven frenadas en el tramo final de una prometedora carrera sino que desde que inician su vida laboral se ven inmersas en un laberinto que requiere de ellas un persistencia, una consciencia del propio progreso y un análisis constante y detenido de los problemas futuros.
Los primeros problemas que encuentra una mujer en su vida laboral son los vestigios de los viejos prejuicios y la muestra de que existen es que los hombres ganan más y son promocionados antes. Hay circunstancias como el matrimonio y la paternidad que se asocian con un mayor sueldo para los hombres, pero no para las mujeres.
Las profesoras explican que el paradigma de Goldberg sigue hoy tan de actualidad como en 1968, cuando Philip Goldberg dio a sus alumnos ensayos idénticos entre sí firmados por hombres y por mujeres y descubrió que las mujeres recibían peores notas por parte de los alumnos.
Después del primer obstáculo viene el inmediato, el de la resistencia al liderazgo. Dice el estudio que las personas hacemos asociaciones conscientes e inconscientes sobre hombres, mujeres y líderes. Todos los estudios realizados coinciden en que se asocia a hombres y mujeres con diferentes características y las que son propias de los hombres, son las que llevan a pensar en el liderazgo.
Se asocia a las mujeres con simpatía, afecto, colaboración, que son sensibles y suaves en la forma de hablar y comportarse. A los hombre se les supone autoritarios, controlados, agresivos, dominantes, confiados en sí mismo e individualistas. Y estos son los rasgos que se asocian con los líderes. Para las autoras de este estudio está claro que se asocia con un líder lo que se asocia con un hombre y esto es difícil de cambiar. Faltan modelos de líderes femeninos y cuando surge alguno, se la compara con un hombre, como a Margaret Teacher, la Dama de Hierro.
Es más, el comportamiento de hombres y mujeres se califica de diferente modo, las mujeres son controladoras en la misma situación que a un hombre se le califica de apasionado. A las profesionales con éxito se las califica de avasalladoras, egoístas y falsas.
Y además las mujeres tienen el tremendo obstáculo de la vida familiar porque siguen siendo ellas las que se responsabilizan más, por lo tanto tienen menos experiencia laboral, menos sueldo y menos contactos sociales.
Las profesoras proponen que el resultado de la capacidad de los trabajadores no se mida por horas trabajadas sino por resultados, porque esto puede ayudar a mujeres con cargas familiares.
Otro efecto de la soledad de las mujeres es que a menudo son ignoradas por los hombres del equipo.
Solicitan que todas las empresas tengan guarderías tanto para hombres como para mujeres.
Está claro que llegar a la cima para las mujeres es una lucha solitaria y mucho más dura que para los hombres.

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