Cueva con estalactitas y estalagmitas
El curso de agua que va a Xibalbá
Xibalbá, el inframundo maya, ha quedado al descubierto en nueve puntos, de 17 que se sabe por las crónicas históricas que existían, gracias a un equipo de arqueólogos mexicanos.
Varios templos en una amplia red subterránea de cuevas y "cenotes" o ríos sagrados que iban hacia el Río Negro, que conectaba con el más allá o mundo de los muertos.
Dentro de una de las cuevas existe una calzada en perfecto estado, de casi 100 metros de largo, similar a la de Chichén-Itzá. La vía gira intencionadamente hacia el agua, allí se ven estalactitas y estalagmitas que parecen un "ceiba", el árbol de la vida para los mayas. El camino termina en tres plataformas que llevan al agua. Las cuevas presentan una especie de portal natural tapiado con piedras labradas dejando un pequeño acceso que no llega al metro de altura. En estos espacios han hallado restos humanos, vasijas, ofrendas.
Recordemos que los griegos hablaban también de un río que llevaba al Averno, un lago en un antiguo cráter apagado.
Muchos restos más irán apareciendo alguna vez en la intrincada selva. Y es curioso que todas las religiones, a lo largo de la historia, hayan tratado de "resolver" el misterio de la muerte, es decir, plantear un después al hecho de morir, no querer que todo acabe en ese instante; incluso enterrando junto al difunto comida y monedas "para el viaje", inventando dioses que ayuden o castiguen. Es una necesidad exclusiva del ser humano.
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