domingo, 31 de agosto de 2008

MADRE CORAJE


Isabel Miranda es una Madre Coraje mexicana que ha logrado detener ella sola a los secuestradores de su hijo. Si hubiera más personas así, se acababan los secuestros.
El 12 de julio de 2005, Isabel se extrañó de que su hijo, Hugo Wallace, de 30 años, no acudiese a una cita familiar. Las llamadas a su móvil no recibían respuesta. Su casa estaba vacía y en orden. Isabel Miranda creyó volverse loca, llamó a los amigos de su hijo, al parecer Hugo había comentado que el día anterior iba a ir al cine con "una nueva novia". Isabel recorrió hospitales y centros de urgencia. Como en Ciudad de México hay muchos secuestros, Isabel comenzó a temerse lo peor, ya que su hijo era un próspero empresario.
Logró que la compañía telefónica le facilitara el listado de todas las llamadas de los últimos días al móvil de su hijo. La última llamada había entrado a las 21,20h en el móvil, el 11 de julio. Localizó la antena y, junto a su familia, dividió la zona en un mapa en un radio de seis kilómetros, la zona de cobertura. La recorrieron entre todos, centímetro a centímetro.
Un sobrino encontró el coche de Hugo, mal estacionado. Un vigilante le dijo que una mujer alta, atractiva, de busto amplio, era quien había aparcado el coche. Vivía enfrente, calle Perugino, 6, apartamento 4.
Isabel no se amilanó y fue a tocar el timbre, un niño que había en el portal le comentó, "no creo que te abran, ahorita mismo acaban de salir con un muchacho herido". Creyó volverse loca, el herido podía ser su hijo. Llamó a la policía. Pero en lugar de ayudar, le pusieron problemas de todo tipo, incluso le prohibieron acercarse o entrar en el edificio, Isabel llegó a pensar que protegían a alguien.
La vida de Isabel Miranda, pedagoga de 58 años, se detuvo aquél día. Puso una denuncia por secuestro, abandonó su trabajo y con la ayuda de sobrinos, hermanos y cuñados se alternó para vigilar aquella casa, sin saber bien qué buscaba salvo a su hijo, en turnos de 12 horas aguardaron allí, ya que solicitó en vano una orden de registro del piso. Un día les vió cambiar la alfombra y avisó a la policía, pero hicieron caso omiso.
En todo ese tiempo conocieron a los vecinos, los basureros, los tenderos de alrededor. Así supo que allí vivía una joven con su novio, un tipo de mal aspecto que alardeaba de su chapa de policía. Ella era bailarina del grupo "Climax", del Estado de Veracruz. Isabel fingió querer contratar al grupo y localizó a la joven (y fotos suyas), Hilda González, en la otra punta del país, en Jalisco.
Ya no iba a soltar su presa, siguió al acecho y la vio regresar poco después a la capital. Para entonces, la familia Wallace había recibido una foto de Hugo, tirado en el suelo y con los ojos vendados, exigiendo 950.000 pesos.
Isabel Miranda saca de México a su marido, un contable jubilado con problemas cardíacos y a su otra hija, para impedir un nuevo secuestro u otro tipo de problemas. Con ellos fuera de México, Isabel está ya dispuesta a librar la batalla por la vida de Hugo. A partir de Hilda, va atando cabos y sabe ya a lo que tiene que enfrentarse. Nada menos que a la propia policía, el novio de Hilda y secuestrador de Hugo es César Freyre, policía del Estado de Morelos.
En 10 de enero de 2006, la policía federal detiene por fin a Hilda, Freyre cae dos semanas después, capturado por la propia Isabel Miranda y su familia, hartos de la incapacidad policial. Freyre llegó a amenazarles con una pistola, pero Isabel y su hermano se arrojan sobre él, sin miedo a los disparos, y de milagro logran maniatarlo.
Me gustaría decirles que esta historia tiene un final feliz, con la vuelta de Hugo a casa. Pero no es así. Hugo Wallace fue asesinado la misma noche de su secuestro y su cuerpo, descuartizado, puede estar en cualquier parte. Los asesinos lavaron y fotografiaron el cuerpo para pedir el rescate y después lo cortaron con una sierra eléctrica y depositaron los pedazos en bolsas de basura.
Una vez detenido Freyre, la policía aceptó registrar el piso, allí encontraron el carnet de conducir de Hugo, manchado de sangre que resultó ser suya.
Habían pasado siete meses del secuestro, cuando la madre había dado con el lugar al día siguiente.
En lo que va de año, más de 500 personas han sido secuestradas en México y más de 3.000 personas han muerto a manos del narcotráfico. Allí, el 98% de los crímenes quedan impunes, por eso hacen falta más mujeres como esta Madre Coraje. Porque Isabel no solamente detuvo a Freyre, sino que dio los nombres de todos los cómplices, Jacobo Tagle, Brenda Quevedo y los hermanos Alberto y Toni Castillo Cruz. Todos fueron cayendo uno a uno, a Brenda llegó a seguirle la pista hasta EEUU. Hace dos meses unos hombres dispararon contra su vehículo, sabe que se está jugando la vida pero no le importa, no piensa parar hasta hallar los restos dispersos de su hijo y ver a Jacobo Tagle, el único huido aún, entre rejas.
Ella sabe que es la sociedad la que debe protagonizar el cambio, ya que la policía es corrupta, y piensa morir "con las botas puestas".

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