viernes, 8 de agosto de 2008

EL PERFIL DE UN ASESINO





Nació en el Cabezo de las Torres, Murcia, hace 33 años, Jesús Enrique Campuzano Munuera, y apenas tenía quince cuando en la noche del 13 de mayo de 1990 tomó parte en la violación y posterior asesinato de una niña de 13 años, Pilar Toledano. Sus dos compinches, apodados "el Melones y el Catalino", ambos de 17 años fueron condenados a 24 y 7 años respectivamente. Jesús Enrique, al ser menor de edad, se libró de la cárcel y apenas estuvo unos años en un centro de reeducación.
Debieron de reeducarle poco porque en septiembre de 1999, volvió a ser detenido por una brutal violación e intento de homicidio, le apretó el cuello hasta hacerle perder el conocimiento y creerla muerta. Se trataba de una joven de 22 años. Fue condenado a siete años por la agresión sexual, pero se libró de la condena por intento de homicidio porque los jueces "no apreciaron pruebas de que quisiese matar a la chica" (¿qué necesitarán los jueces para apreciar esas pruebas?).
En el año 2006 estaba de nuevo en la calle, con la condena cumplida y de nuevo sin reinsertar. Volvió a ser detenido porque una prostituta le denunció por violación y agresión, pero la falta de pruebas que apreciaron los jueces acabó archivando el caso. Pese a los antecedentes del sospechoso, a la palabra de la mujer no se le otorgó crédito alguno.
En la tarde del 3 de junio de este año, la policía se presentó en una vivienda de la calle Vinadel de Murcia y se encontró con el cuerpo de la dominicana Priscilla Rodríguez Díaz, de 39 años. La mujer, que ejercía la prostitución, había sido estrangulada con el cable de un teléfono y presentaba numerosas heridas de arma blanca que aparentaban haber sido inferidas con el único fin de causarle dolor. El cadaver, que fue encontrado por su hijo adolescente, se encontraba completamente desnudo y atado de pies y manos a la cama. El asesino había adoptado grandes precauciones pero "el sello" estaba en su propia personalidad.
Al rastrear en los archivos policiales, ya supieron quién podía ser el asesino, después sólo tuvieron que investigar. En efecto, Jesús Enrique frecuentaba la compañía de Priscilla. Ayer por la mañana dieron con él y a las cinco lo acompañaron a su domicilio, que registraron minuciosamente.
Después prosiguió el interrogatorio y ha quedado detenido.
¿Y ahora cuanto tardará en salir y volver a matar? Esa es la única cuestión, porque está muy claro que no es posible reeducarle para que pueda convivir con la sociedad.

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