sábado, 14 de junio de 2008
COMO EN LOS CUENTOS
El organizador de la subasta, Philippe Rouillac (Foto: AFP/Alain Jocard)
Un albañil portugués, Paulo Ferreira, de 27 años, que reside en Blois, un pueblecito francés de la ribera del Loira, encontró un tesoro; sí, un tesoro, como en el mejor de los cuentos infantiles, bajo una baldosa, al lado de una antigua chimenea de una casa del siglo XV, monumento histórico en el municipio de Montrichard, que estaba reparando; Ferreira encontró una bolsa llena de monedas, 600 monedas de oro y plata. Al principio pensó tirarlas porque aquello le pareció pura chatarra, pero por si acaso las entregó a la Gendarmería. Las monedas fueron llevadas a la Biblioteca Nacional y tasadas por un experto. Eran valiosas piezas del Renacimiento, de origen francés y español, casi todas acuñadas en los reinados de Luis XIII y Luis XIV.
El tesoro fue repartido, según estipula la ley francesa, entre el albañil y la dueña de la casa, una inversora parisina que ni siquiera le ha dado las gracias a Paolo, probablemente insatisfecha con el reparto. El patrón del albañil, que tenía un contrato temporal, también quería una parte y empezó a hacerle la vida imposible, por lo que Ferreira optó por irse.
Él y su pareja tuvieron que vender el coche para sobrevivir, pero ahora se ha celebrado la subasta de las monedas, y su parte ha alcanzado los 300.000 euros, muy oportunamente, porque acaban de tener un bebé. Ahora, al fin, la vida les sonríe. Como en los cuentos, ha habido un final feliz.
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