viernes, 13 de junio de 2008

EL MAR SE REBELA


El mar está ya harto y se rebela, todo lo que nos sobra va a parar a él, ya incluso los muertos. Con esta moda romántica de que tus cenizas reposen aquí o allí, hay quien desea descansar en el mar, pero el mar está cansado de tantos muertos.
Unos holandeses, afincados en España, incineraron al marido, muerto de viejo y, cumpliendo su sueño, toda la familia, mujer e hijos, subieron a un peñón cercano al puerto de Altea (Alicante), un día de esta primavera gris y triste, ligeramente lluviosa, que hacía más presente la tristeza del duelo, y arrojaron la urna funeraria a las aguas del Mediterráneo.
La familia volvió a casa para tratar de retomar su vida pero parece que la muerte, no es el final.
Dias más tarde, Domingo, un bañista del pueblo, estaba nadando vigorosamente cuando vio a pocos metros de él un extraño objeto, se asustó, pensando que podía ser un animal pero cuando avanzó despacio, comprobó que era una urna funeraria. Domingo la sacó del agua y la llevó al Ayuntamiento. Gracias a la placa que figuraba en la urna, contactaron desde el Ayuntamiento con la familia del difunto para darles cuenta del hallazgo. El muerto, volvía a casa.
La esposa tuvo que volver al peñón, pero esta vez arrojó solamente las cenizas.
Desgraciadamente, no es un caso excepcional, desde hace unos años, los extranjeros residentes en España, sobre todo, han tomado la costumbre de arrojar los muertos al mar, lo malo es que lo hacen con urna y todo y la marea las devuelve a la playa donde los turistas toman el sol, y donde ese inoportuno recuerdo de la muerte no resulta nada agradable.
Ya hay empresas que construyen envases biodegradables, en forma de urna, a base de arena y sal, para que los recalcitrantes los utilicen y el envase se disuelva en el agua y no vuelva a las playas. Polvo al polvo, ceniza a las cenizas y al mar, dejémoslo en paz.

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