Presidenta del Tribunal Constitucional
Acabaremos no sabiendo ni lo que decimos, a este paso. El Gobierno dice que la conversación telefónica, grabada por la Guardia Civil, de la Presidenta del Tribunal Constitucional con una abogada, María Dolores Martín Pozo, presunta inductora de la muerte de su ex marido, un mes antes de dicha conversación, es irrelevante. Vamos, para ellos carece por completo de importancia, como si ambas hubiesen quedado para tomar un cafelito. Pero es que la abogada, a quien María Emilia Casas, la Presidenta del Tribunal, llama a petición de una amiga, le dice en la conversación que está acusada de la muerte de su marido, no se lo oculta en ningún momento, y la Presidenta, como si tal cosa, le dice textualmente: "si alguna vez recurres en amparo (al Tribunal Constitucional), pues me llamas". Así, entre amigas, lo arreglamos. Pues no señora, la Justicia no debe ser un "arreglito entre compadres o comadres" y no solamente debería usted dimitir de su cargo (o ser apartada por el Gobierno, si hubiera dignidad y ética) sino ser juzgada por su intencionalidad, que da a entender que, llegado el caso, ya le hubiera echado una manita.
Además, un año antes, María Dolores ya había amenazado a su marido: "antes te mato, que te lleves a mi hija". Y apareció muerto el día que le concedieron a él la custodia de la niña, casualmente.
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