sábado, 19 de abril de 2008

EL SÍNDROME DE HUBRIS

Hugo Chavez


Manuel Chaves, Presidente de la Junta de Andalucía



Nicolás Sarkozy


Tony Blair


José María Aznar


José Luis Rodríguez


George Bush



Margaret Thatcher


El ex político británico y neurólogo, Lord David Owen, ha escrito un libro "Sickness and in Power" muy interesante, en él analiza psicológicamente el delirio de los políticos, sobre todo de aquellos que llevan años en el poder. El escritor les acusa de padecer el "síndrome de Hubris". Dicho síndrome no está reconocido como tal por la medicina pero explica lo que le sucede a los gobernantes cuando se aislan de la calle, se les sube el ego a la cabeza y no escuchan a sus colaboradores, tienen una exagerada confianza en sí mismos y se van alejando progresivamente de la realidad.
Neville Chamberlain, Hitler, Margaret Thatcher, George Bush, Tony Blair, han sucumbido al síndrome según Owen.
Llega un momento, cuando llevan demasiado en el poder (este Lord no conoce a Chaves, Presidente de la Junta de Andalucía, si no, le dedica el libro, y no digo ya nada si conociera personalmente a Rodríguez), que dejan de escuchar, se vuelven imprudentes y toman decisiones arriesgadas por su cuenta, sin atender a nadie, piensan que sus ideas son las únicas correctas. Por eso, aunque finalmente se demuestren erróneas, nunca reconocerán su equivocación y seguirán pensando en su buen hacer. Vamos, que Rodríguez seguirá llamando "conducción momentánea desde canales de riego" al trasvase de agua a Barcelona y Bush, Blair y Aznar seguirán pensando que la que liaron en Irak (y que ya veremos como acaba) fue estrictamente necesario hacerlo para la "paz" mundial.
Owen conoce bien los entresijos de la política, fue uno de los fundadores del Partido Social Demócrata Británico (SPD) y Secretario de Exteriores del Reino Unido.
Este síndrome de Hubris les hace creerse llamados a realizar grandes hazañas.
Porque cuando alcanzan el poder están internamente llenos de dudas, no saben si tienen capacidad suficiente para realizar discursos, decir aquello que no piensan con el suficiente énfasis como que parezca que sí, que lo creen a pies juntillas etc... , pero poco a poco se van rodeando casi sin darse cuenta de incondicionales que le felicitan y reconocen constantemente su valía y superioridad, entonces comienzan a pensar que han llegado a donde están por méritos propios. Todo el mundo le busca y le agasaja, quieren saludarle, hacerse una foto con él, recibe halagos desde todas partes. Después, los miembros del equipo, deseosos de medrar, comienzan a decirle que menos mal que estaba él allí para solucionarlo todo y entonces es cuando entra ya en la "ideación megalomaniaca", cuyos síntomas son la infalibilidad y el creerse insustituibles. En ese momento comienza la etapa de realizar obras faraónicas, (¿recuerdan el Valle de los Caídos?) realizar planes estratégicos para 25 años (sin saber dónde estarán ellos para entonces) o a dar conferencias sobre temas que desconocen totalmente.
A partir de ese momento, tras un tiempo en el poder padecen lo que psicopatológicamente se llama "desarrollo paranoide". Todo el que se opone a él o a sus ideas, se convierte en un enemigo personal que solamente responde a la envidia, porque nadie puede tener razón sino él mismo. Puede llegar incluso a la paranoia o trastorno delirante, que consiste en sospechar de todo el mundo que le haga la más mínima crítica y a, progresivamente, aislarse cada vez más de la sociedad. Y, así, hasta el cese o la pérdida de las elecciones, entonces llega el gran batacazo y se desarrolla un cuadro depresivo ante una situación que no logra comprender ni asumir.
Fueron los griegos (a los síndromes siempre se le ponen nombres griegos porque su cultura da para mucho), los primeros que utilizaron la palabra "Hubris" para definir al héroe que lograba la gloria y borracho de éxito se empezaba a comportar como un dios, capaz ya de cualquier cosa. Este sentimiento lo llevaba ineludiblemente a cometer un error tras otro. Como castigo al Hubris está la Némesis, que devuelve a la persona a la realidad a través de un fracaso.
Existen factores que predisponen más a este síndrome, el primero de ellos ser varón, ya que los hombres son mucho más sensibles a los halagos y reconocimientos y toleran muy mal las frustraciones. también contribuye el tener una baja capacidad intelectiva. (Cosa que entre los políticos es mucho más común de lo que se cree).
El hecho de que este síndrome se vea más en política que en otros ámbitos de la sociedad es porque en las empresas, por ejemplo, el que está arriba es el más capaz, pero eso no ocurre en política donde los ascensos van ligados a las fidelidades y pago de apoyos. El poder en política no está en manos del más capaz, lo peor es que quien lo ostenta cree que sí y comienza a comportarse de forma narcisista.
Un ejemplo reciente en España lo hemos tenido con el Ministro de Justicia, Fernández Bermejo, cuando dos meses antes de las elecciones hizo la famosa reforma tan comentada del piso que ocupaba, gastándose en ella el valor de comprar un piso nuevo, solamente bajo la idea de su infalibilidad y de creerse imprescindible, es decir bajo una ideación megalomaniaca se puede llegar a creer que debe hacer esa reforma ante unas elecciones cuya victoria no estaba clara y que, aún ganándolas el PSOE, él podría no haber seguido de ministro. El más mínimo sentido común le hubiera llevado a esperar a ser confirmado en su puesto. Sus excusas fueron la "dignificación" de la vivienda, dando a entender que la ministra que antes la habitó, no la tenía digna, pero lo que realmente pensaba es que alguien tan importante como él, no podía estar con menos.
Es un sídrome muy difícil de tratar, sobre todo porque el que lo padece no tiene la más mínima conciencia de ello.

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