Hermanas y prima de Mili.
LA CASA DE LA FAMILIA DE MILI.
MILAGROS BELIZÁN.
Cuando se vive más allá del infierno mismo, allí donde el infierno sería un paraíso, puede pasar de todo; porque el horror convive cada día con la miseria y la violencia pero esta vez las cosas han ido tan lejos que todo el país se siente horrorizado. Ahora descubren que las grandes bolsas de miseria dan pie a estas pesadillas, allí en Argentina, dónde han sucedido estos hechos o en cualquier otra parte que existan, porque no es el país sino la violencia que estamos enseñando y la extrema pobreza en que viven tantas criaturas.
En el poblado de San José, en los suburbios bonaerenses, vivía Mili, Milagros Belizán, una niña de dos años, aún usaba chupete, que ha sido maltratada y asesinada violentamente por dos vecinos suyos de 7 y 9 años, César y Ezequiel. Ambos han confesado ya el crimen ante la jueza encargada del caso.
La niña, con señales de violencia, desnuda y estrangulada con un cable, apareció en un solar próximo a su chabola; los niños han declarado "saber lo que hacían" porque " era lo mismo que "veían en casa". No se sabe si lo veían en televisión o vivían en un medio de violencia doméstica, pero que dos niños, inimputables, por su edad, claro está, vean como "normal" ese comportamiento, dice mucho de la sociedad en la que vivimos.
Mili, como los chicos que la asesinaron, como muchos otros niños y mayores, vivía en una caseta de madera en una de las zonas más pobres de Buenos Aires, rodeados de ratas y basuras, entre arroyos de agua de dudosa procedencia.
Ahora, como pasa siempre, la madre de los niños ha debido salir huyendo por miedo a represalias, dejando al resto de sus hijos en una institución. Pero la abuela de los dos chicos sigue en el barrio y teme por su vida, teme que le incendien la chabola en venganza, cuando ella misma no se explica como sus nietos han podido llegar a hacer algo así.
Parece que hay un testigo, ¿por qué no actuó?, y en el solar donde apareció el cuerpo de Mili había un circo que rápidamente ha sido desmontado y también han salido huyendo; eso no significa necesariamente que puedan ser culpables, nadie quiere problemas y menos en estas materias tan graves como es el asesinato de una niña, que siempre toca más la fibra sensible del resto de la población. Pero se ve que esa sensibilidad no llega hasta a asfaltar esas calles, construir casas habitables y obligar a todos los niños que por allí pululan a ir a la escuela. Estas familias desestructuradas necesitan la ayuda de la sociedad, porque esas "calles" en las que habitan, por llamarlas de algún modo, en plena noche, sin luz, entre basuras, son peor que el infierno, ellos lo saben bien, allí han ocurrido muchas cosas ya, aunque esto de Mili ha sido lo más terrible por la edad de todos los implicados.
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